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Díaz alienta que Sánchez dé la abstención al PP si no puede gobernar tras el 26-J

La presidenta defiende que, si se repiten los resultados del 20-D, los socialistas deben rearmarse en la oposición.

Pedro Sánchez con Susana Díaz, en la feria de abril de Sevilla
Pedro Sánchez con Susana Díaz, en la feria de abril de Sevillalarazon

La presidenta defiende que, si se repiten los resultados del 20-D, los socialistas deben rearmarse en la oposición.

Últimos días, última oportunidad. A Pedro Sánchez se le agota el plazo para llegar a La Moncloa y en lo apurado de los tiempos se enmarca la súplica para formar Gobierno con la que el martes se dirigió a Podemos, después de que –sólo 24 horas antes– su partido diera por «terminado» el tiempo de las ofertas y del diálogo con un Pablo Iglesias que «no es de fiar». El secretario general socialista es consciente de que con la nueva convocatoria electoral vuelve a peligrar su supervivencia política y que sólo si llega al poder podrá mantener su sillón en Ferraz. Lo sabe Pedro Sánchez y lo saben también en su partido, donde gana peso la idea de que si el líder socialista volviera a fracasar tendría que marcharse voluntariamente. «Ni siquiera haría falta tener que forzar su salida», destacan fuentes consultadas por LA RAZÓN, que también apuntan a la eventualidad de que si éste lograra mejorar los resultados del 20-D se agarraría a esos escaños extra como a un clavo ardiendo.

No obstante, desde Andalucía ha comenzado a implantarse la tesis de que el PSOE debería abstenerse en caso de que viera de nuevo cercenadas en las urnas sus opciones de articular una mayoría de izquierdas. De repetirse las elecciones, los dos grandes partidos asumen que el 26-J será una suerte de segunda vuelta en la que el perdedor deberá permitir que gobierne la lista más votada. Entienden que el tiempo de jugar con la gobernabilidad y la aritmética se disolverá con las Cortes el 2 de mayo y que tras los nuevos comicios habrá que primar los intereses de España por encima de los de los partidos políticos. En el PP también mantienen esta hipótesis, aunque lo hacen desde la posición de fuerza que les supone saberse ganadores de los comicios con toda seguridad.

El mensaje que ha transmitido Mariano Rajoy a los suyos en este sentido es idéntico al que Susana Díaz le lanzó a Sánchez en la noche del 20 de diciembre. La presidenta andaluza animó al líder nacional a felicitar al vencedor y a asumir el lugar que los españoles le habían marcado en la oposición. Sin embargo, el socialista hizo caso omiso al consejo de su otrora valedora: se desquitó señalando que el resultado cosechado por el PSOE había sido «histórico» y anunció, 24 horas después, su candidatura a la secretaría general. Ahora, Díaz habría retomado la pedagogía de hacer entender a todos los estamentos del partido que los socialistas deberán asumir una postura de altura de miras y visión de Estado tras el 26-J, permitiendo que se forme Gobierno, si no les salen los números. Esta estrategia es, además, la que mejor casa con los planes personales de la presidenta andaluza para dar su salto a la arena nacional. Díaz prefiere que el PSOE se rearme en la oposición durante una legislatura corta, que le permita compatibilizar el liderazgo del partido con la presidencia de la Junta –para pilotar su sucesión en Andalucía– y esperar a que se pase el «sarampión» de Podemos. Cuando se den estas dos condiciones y se repitan de nuevo los comicios, el PSOE, con Díaz a la cabeza, estaría en condiciones de volver a ganar las elecciones.

El principal problema de la tesis de la abstención reside en cómo se logrará que cale entre la militancia, para vencer una antagonía alentada durante años contra el PP y recrudecida tras el gobierno de los recortes de Rajoy y los escándalos de corrupción del partido. En el PSOE reconocen, en privado, que es «inconcebible» defender esta estrategia en público y menos en campaña electoral, cuando los socialistas serán blanco fácil de Podemos por haber virado hacia la derecha en su pacto con C’s. No en vano, ayer Pedro Sánchez en una entrevista en Telecinco reiteró que, aunque se repitan las elecciones, el PSOE no apoyará ni negociará con el PP aunque lo encabece otro líder diferente a Rajoy.

Sin embargo, ya se perfila un discurso mitinero en el que la diana de las críticas sea la figura del presidente en funciones –quien, se presume, deberá dar un paso a un lado para que haya abstención– y el tono contra el PP se modere con respecto a diciembre. «La dureza que adoptamos entonces nos impide ahora cualquier cesión», reconocen. Pero además de la lucha sobre el relato, el PSOE tiene que resolver otro trámite interno: modelar la resolución del 28 de diciembre en la que se estableció un taxativo veto a los populares. «El PSOE votará en contra de la investidura de Rajoy y de un nuevo Gobierno del PP. Porque ese es el mandato de nuestros votantes y de la mayoría de los españoles. Votar en contra del PP y de Rajoy es votar a favor del cambio que expresaron la mayoría de españoles, el pasado 20 de diciembre», reza el documento.