Pactos electorales
Sánchez reintentará el «Gobierno Frankenstein»
Aplaza la reunión con iglesias a septiembre. El presidente buscará pactar un acuerdo de investidura con Unidas Podemos, el PNV, los regionalistas cántabros y los partidos independentistas, a los que trasladará un «programa abierto progresista»
Con apenas unos segundos de diferencia, el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, fue capaz ayer de insistir en que el país requiere un Gobierno con urgencia y de avanzar que no retomará hasta septiembre la ronda de contactos con los partidos a los que necesita para ser investido. Sin prisa. A pesar de que el 23 de ese mismo mes termina el plazo para evitar nuevas elecciones. A pesar también de que, a día de hoy, cuenta únicamente con 124 votos a favor en el Congreso, los mismos que el día de su investidura fallida. Y a pesar de que Moncloa ya ha avanzado que el objetivo es arrancar la negociación «desde cero», despreciando los avances que los equipos de PSOE y Unidas Podemos lograron consolidar en el mes de julio. Sin prisa a pesar del fantasma de unas nuevas elecciones el 10 de noviembre.
Esta nueva ronda de reuniones da, según las explicaciones de Sánchez, estará marcada por dos elementos. En primero lugar, el PSOE se citará con aquellos grupos que sean «susceptibles de apoyar» la investidura de su candidato y la conformación de un gobierno progresista, lo que, en principio, deja fuera al Partido Popular y a Ciudadanos. En segundo término, el presidente aseguró que también citará a los partidos independentistas, a los que ayer calificó como «nacionalistas catalanes». Si quiere ser investido, Sánchez debe contar al menos con la abstención de ERC. Consciente de ello, interpelará estos grupos a que faciliten el desbloqueo. Ese llamamiento, sin embargo, contrasta con el posicionamiento que ha mantenido hasta la fecha. No en vano, tras su despacho con el Rey en Palma esta misma semana, Sánchez insistió una vez más en su voluntad de llegar a un acuerdo de investidura que no necesitase del apoyo de las formaciones secesionistas con el objetivo de no hacer descansar ni en ERC ni en JxCAT la gobernabilidad del país. Estas nuevas reuniones no tendrán lugar, por tanto, en los próximos días ya que la dirección del PSOE dedicará este tiempo a «compendiar y sistematizar» las aportaciones de los colectivos con los que el presidente se ha reunido desde el 1 de agosto para presentar una propuesta «progresista» a los distintos partidos. La ronda incluirá, según sus propias palabras, a Unidas Podemos, el PNV, ERC y JxCat, además de a los regionalistas cántabros.
No trasladará a estos grupos un programa «cerrado», sino «abierto» y «susceptible de poderse negociar». No aclaró si dentro de estos contactos volverá a abrir con Unidas Podemos el debate sobre la posibilidad de conformar junto a ellos una coalición. Pero dio pistas. Dejó entrever que no contempla incorporar a dirigentes morados al futuro Ejecutivo y que su única apuesta pasa por un gabinete monocolor, con ministros del PSOE e independientes. El tiempo de la coalición acabó, según han defendido los socialistas desde finales de julio, y ahora toca negociar, subrayó Sánchez, «en base a los contenidos, a las políticas y a las propuestas, a lo que necesita la ciudadanía, que no es tanto hablar del continente sino del contenido, de las políticas que queremos poner en marcha los próximos cuatro años».
«Una tomadura de pelo»
De momento, el único grupo que quedará fuera de esta ronda de contactos será el partido de Albert Rivera. Al ser preguntado por si se plantea contactar con los líderes de PP y Cs para insistir en solicitarles la abstención de sus grupos, Sánchez aseguró que lo intentará: «Hablaré con ellos para trasladarles su responsabilidad en la formación de un Gobierno porque no hay alternativa que no pase por el PSOE». Pero ya sabe que Rivera no acudirá a la cita. «Es una pérdida de tiempo», aseguró ayer el portavoz del partido naranja. Una reflexión a la que Sánchez contestó con dureza: «Oído cocina. No hace falta que me diga nada más. Se niega a hablar con un representante legítimo de los españoles. Es la forma que tiene de entender la democracia el señor Rivera».
La decisión de posponer su encuentro con Iglesias a septiembre fue recibido ayer con decepción en Podemos, aunque este partido evitó, un día más, reaccionar a los movimientos de Moncloa. El secretario de Comunicación de Podemos, Juanma del Olmo, criticó en las redes sociales que «Pedro Sánchez se va a pasar todo agosto burlando la negociación de un gobierno de coalición con Unidas Podemos». Y añadió: «Sólo había que retomarlo donde lo dejamos. Es una tomadura de pelo a toda España, que espera que haya Gobierno de una vez».
Las claves
Los cinco «giros» del presidente: de ofrecer la Presidencia del Congreso al «pacto progresista»
El 7 de mayo, el líder socialista puso encima de la mesa una oferta a Podemos para que el partido morado asumiera la Presidencia de la Cámara Baja y dos carteras menores dentro del Consejo de Ministros.
Las elecciones municipales hicieron virar a Sánchez. Enterró la coalición y planteó a Iglesias la necesidad de poner en marcha un Gobierno de «cooperación».
Conforme avanzaba la negociación, el PSOE se abrió a que Podemos pudiera proponer nombres de independientes para el Gobierno y que dirigentes morados se incorporasen en el segundo escalón de los ministerios.
Sánchez recurrió a una entrevista en televisión para vetar a «su socio preferente». El presidente aseguró que si Iglesias se echaba a un lado, podría concretarse sin problemas un Gobierno de coalición entre ambas formaciones. Pese a que Iglesias renunció a ser ministro, la investidura fracasó.
Ahora Sánchez quiere un acuerdo basado en las políticas junto a Podemos, PNV, ERC, JxCAT y PRC.
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