Campaña

Sánchez reserva sus «bombas electorales» para el semestre europeo

Desplegará una agenda de actos institucionales por toda España para impulsar su campaña nacional

Contaba hace unos días un visitante reciente a Moncloa que según cruzaba el Palacio, en una de las salas que atravesó pudo atisbar una pizarra con el encabezamiento, «2023: la guerra». En esos términos parece que se plantea el presidente del Gobierno la contienda electoral a la que se enfrenta, y en la guerra vale todo para conseguir los objetivos. De momento, el presidente ha acelerado la marcha por la presión de las elecciones del 28-M, pero los anuncios potentes, los grandes golpes de efecto, se los reserva para el semestre de Presidencia de la UE. Por eso el cierre del Congreso no mermará su capacidad para seguir sorprendiendo, o eso es en lo que trabajan en su equipo y la sensación que, a su vez, trasladan al ámbito económico y mediático.

El sentido de la Presidencia europea no es otro que utilizarla como tribuna desde la que «vender» temas en clave nacional, y para ello Moncloa ha dispuesto un amplio despliegue territorial que permitirá a Sánchez ajustar sus anuncios nacionales a la «plaza» en la que esté ejerciendo de presidente de la UE.

La campaña de marketing de Moncloa ha empezado por la vivienda, y seguirá avanzando en otros temas que creen que incomodan al PP, ya sea la Memoria Histórica o la situación de Doñana y el cambio climático. No detallan en qué se basan, pero están convencidos, además, de que al final habrá pacto entre Podemos y Sumar, y no se cansan de repetirlo pese a los señales externas que dicen justo lo contrario. Moncloa ha entrado en un estado de optimismo que llama la atención si se contrasta con lo que a día de hoy siguen diciendo las encuestas, salvo la del CIS. Pregonan que «el PP ha entrado en caída libre», que el liderazgo de Feijóó «se ha desgastado» y que el presidente ha recuperado presuntamente su capacidad de movilizar al electorado de izquierda, desde una posición que irá a más a medida que avance la campaña electoral.

Tal confiada previsión contrasta con la prudencia de barones y alcaldes socialistas. Pero en Moncloa aseguran que la maquinaria del Gobierno es imparable, y que si hace falta echarán de nuevo mano del BOE antes de las elecciones autonómicas y municipales. Esta campaña la quieren centrar en el eje de las políticas sociales porque estén convencidos de que la opinión pública sigue creyendo que, pese a todo, sólo la izquierda les puede garantizar continuar recibiendo las ayudas que necesitan para afrontar una situación de crisis como la actual. Los datos dicen que las ayudas no están llegando mayoritariamente a las familias que lo necesitan, pero en el argumentario oficial del Gobierno la clave está en que hay dinero de sobra para seguir respondiendo al coste de la crisis.

Además, esta semana la maquinaria de propaganda del Gobierno está preparada para vender el mensaje de la fortaleza de la economía española en base a los datos de la EPA y del PIB del primer semestre. No se es tan optimista con la inflación, pero Moncloa se aferrará al crecimiento y a los datos de creación de empleo para vender triunfalismo a presente y a futuro. «El balance general nos favorece porque incluso podremos seguir diciendo que España tiene una de las inflaciones más bajas de la Unión Europea y es evidente que la economía ha aguantado mucho mejor de lo previsto las turbulencias de un complicado invierno». La agenda de la Presidencia española de la UE no parece tener guardado ningún espacio para la oposición, aunque sea solo por el mínimo sentido institucional. De momento, no hay trasvase de información en la preparación de los actos, y tampoco está previsto que el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, entre en ninguna de las fotografías que Sánchez se hará en plena campaña electoral con la justificación de que es el turno de España al frente de la Presidencia comunitaria.

En Moncloa están seguros de que nada puede salirles ya mal. Al menos en su propaganda no hay margen para el tropiezo, ni el 28-M ni en las generales. Y en el primer examen en las urnas, Moncloa recrudece su ataque personal contra Feijóo, traspasando las líneas rojas y a la espera de que el líder popular entre en el trapo que le están poniendo delante. A Sánchez le interesa que Feijóo pase también al ataque para así poder justificar el mantra que identifica a PP y Vox como elementos de un mismo producto. Su eslogan es la izquierda contra la extrema derecha, echando tierra sobre las marcas que acompañan obligatoriamente a esa alianza de izquierdas si quiere tener la mínima opción de gobernar, que son las siglas de Bildu y ERC, amén del PNV. Los fontaneros de Moncloa creen que controlan todos los resortes para dar la vuelta a las encuestas: la economía, la política internacional y, por supuesto, a sus socios. Sólo se queda fuera Podemos, y «de momento». Tan es así que los socialistas consideran una prueba más de la debilidad de los morados que la ministra de Igualdad, Irene Montero, «haya bajado la cabeza después de que se pisoteara su proyecto estrella en el Congreso», en alusión a la ley del «solo sí es sí». «No se va porque no hay nada fuera del coche oficial».