Elecciones generales

Sánchez se desespera por llegar a ser presidente

Se refugia en su «círculo de fieles» y dice que no «tirará la toalla»

Sánchez se desespera por llegar a ser presidente
Sánchez se desespera por llegar a ser presidentelarazon

Se refugia en su «círculo de fieles» y dice que no «tirará la toalla»

«El PSOE es un partido ciclotímico capaz de vivir momentos de grandes euforias o de sumergirse en estados generalizados de depresión». Así lo reconoce un notable veterano socialista. Y ahora mismo toca la desesperación. Quien más sufre ese bajón es el propio secretario general, Pedro Sánchez. «Más que apenado, está noqueado», confesaba estos días un Vip socialista, uno más de los que mudaron su rostro el pasado martes al escuchar en directo, en la cita del grupo parlamentario en el Congreso, la negativa de su jefe de filas a dar sepultura al acuerdo a tres junto a Podemos y Ciudadanos.

En la recta final, tal volantazo: «Yo no me rindo. Mi mano sigue tendida. Hasta el último minuto de la legislatura, el señor Iglesias y el señor Rivera tendrán en mí un aliado para lograr el cambio que merecen los españoles». Con estas palabras terminó Sánchez su intervención en un encuentro en el que suplicó una rectificación de Pablo Iglesias hasta en una decena de ocasiones. «¿Por qué, si en el Parlamento estamos de acuerdo en tantas cosas, no lo podemos estar para un Gobierno? ¿Por los sillones? Ése es un problema minúsculo», llegó a sostener el líder de los socialistas, consciente de que está ante su última oportunidad para llegar a La Moncloa. Poco le importó a Sánchez desdecir ante los diputados a su portavoz, Antonio Hernando, que el día antes descartaba nuevas ofertas a Podemos porque Iglesias «no es de fiar».

Habían pasado cinco días desde la voladura de la reunión a tres bandas por parte de la formación morada. Los mismos cinco días que tardó Sánchez en sacar fuerzas de flaqueza para hacer oír su voz. Tras el varapalo, sin apenas energías, buscó refugio en un reducido núcleo de fieles. El círculo íntimo del líder del PSOE lo componen César Luena, Meritxell Batet, Antonio Hernando y Óscar López. Ese minúsculo grupo, con el permiso naturalmente de algún que otro nombre, es el que realmente está en la pomada y, también, el que ha luchado a brazo partido para mantener a flote las expectativas de gobierno. La bofetada del anuncio de Iglesias de una consulta a sus bases, cuentan las fuentes consultadas, fue lo que terminó por hundir los ánimos de Sanchez.

Aunque de la necesidad, virtud. El denominado «encuentro de trabajo» de este mismo jueves con los secretarios generales de UGT, Josep María Álvarez, y CC OO, Ignacio Fernández Toxo, sólo pretendía alimentar la negativa de Sánchez a tirar la toalla en pos de su carambola antiPP y exhibir, en particular en vísperas de una nueva audiencia con el Rey Felipe VI, que él ha hecho todo lo posible por cumplir su ya caducado mandato.

Ello pese a que buena parte de la dirección socialista esté lejos de hallar en los de Podemos cualquier motivo para la esperanza. Y cuando además sobre Sánchez pende, como espada de Damocles, el aviso de Susana Díaz de que si el PP vuelve a ganar las elecciones al PSOE no le quedará otro remedio que permitirle gobernar. Tampoco el frío encuentro vivido este miércoles en la Feria de Sevilla con la lideresa andaluza de su partido habrá servido a Sánchez para levantar los ánimos. Al revés, sólo confirma la previsión de que el sector crítico del PSOE aguarda con ansiedad su tropiezo para ajustar cuentas.

Mientras las puertas de una hipotética gobernabilidad a cualquier precio se van cerrando ante el candidato socialista, lógicamente su equipo se afana por elaborar un «relato» que puedan transmitir si, como todo apunta ahora mismo, se disuelven las Cortes el 2 de mayo. Presentarse en campaña como el líder que hizo todo lo posible por desbloquear la situación es el argumento más socorrido. Claro. Por más que la tozudez de Sánchez por seguir adelante para ser investido presidente transmita paulatinamente la sensación de que en realidad se mueve por su único interés. Lo que sin duda es peligroso. Casi tanto como la desazón que recorre Ferraz viendo que una entente entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón permitiría a Podemos superar en votos y escaños al PSOE. Lo que convertiría a los morados en la alternativa posible de la izquierda al PP.