Fuerzas Armadas
Un merecido reconocimiento
En este año que recordamos especialmente a Cervantes, cuatro siglos después de su muerte, conviene recordar su afirmación: «Con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de corsarios, y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus previlegios y de sus fuerzas». Así defendía Don Quijote de la Mancha en su discurso de las armas y las letras la importancia de las primeras, quizá siguiendo el clásico aforismo latino «Si vis pacem, para bellum» o quizá simplemente trasladando la experiencia de quien le dio vida, el soldado Miguel de Cervantes. Hoy esa disertación sigue plenamente vigente, con toda su profundidad, y somos testigos diarios de ello, dentro y fuera de nuestras fronteras. Libertad, justicia, progreso y bienestar dependen de una estabilidad social, cuyo pilar más evidente es la seguridad. Es decir, que todos estos bienes, morales y materiales, son posibles porque hay quien vela por ellos, hombres y mujeres que en la milicia dedican todo su esfuerzo y vocación a proteger aquello que tanto valoramos cuanto ignoramos quién nos lo procura.
Hoy homenajeamos a todos los soldados, a quienes lucharon junto al insigne literato en Lepanto y a quienes en la actualidad sirven en los ejércitos de España, en Irak, en Mali, en aguas del Mediterráneo, pero también aquí, en nuestra ciudad, en nuestro barrio... Distan cuatrocientos años entre unos y otros, pero ambos tienen en común una esencia indiscutible: el servicio a la Patria y los valores que, inalterables, han conformado en buena parte nuestra Historia, nuestro pasado, nuestro presente y que son garantes de un futuro en paz y prosperidad para todos nosotros.
Tenemos unos Ejércitos y una Armada muy distintos de entonces, pero no sólo de los de hace cuatro siglos, sino de hace cuatro años. Al mismo ritmo que evolucionan las amenazas a las que debemos hacer frente, se transforman las Fuerzas Armadas. Los nuestros son unos ejércitos modernos, más flexibles, ágiles, adaptables a las circunstancias inmediatas y capaces de enfrentarse a enemigos tan distintos como cambiantes, en escenarios tan variopintos como el desierto del Sahel o los cielos bálticos. Hoy, nuestros militares trabajan y combaten en tierra, en la mar, en el aire y en escenarios hasta hace poco impensables como el ciberespacio, un campo de batalla de inimaginable trascendencia. Añadimos espacios nuevos, al tiempo que potenciamos la inteligencia, las operaciones especiales, las unidades multidisciplinares, la cooperación militar con países de nuestro entorno, la formación exhaustiva y la adaptación a las nuevas tecnologías, dentro de una estrategia cada vez más clara por necesaria de acción conjunta y, desde ésta, coordinada con las FAS de países aliados y amigos.
En esa evolución hay siempre elementos inmutables que configuran la esencia sobre la que plantear un futuro seguro. Desde la experiencia, desde las lecciones aprendidas, la búsqueda de la excelencia permanente, nuestra propia historia y la investigación y el desarrollo se construye un porvenir cuyo eje central son los hombres y mujeres que conforman la Milicia, una profesión de hombres honrados, como decía otro grande de la literatura. Es en ese capital humano donde radica el éxito y el prestigio de unas Fuerzas Armadas capaces hoy de elevar el nombre de España a donde le corresponde. Firmes en su juramento de servir a su patria hasta dar la vida por ella, los militares son y deben seguir siendo siempre el centro de una política de Defensa seria, responsable y ajena a vaivenes políticos.
Hoy celebramos el Día de las Fuerzas Armadas, una fiesta instaurada en 1978. Un buen día para homenajear a quienes todos los días del año, a todas horas, velan por nosotros. A ellos y a sus familias, que son parte fundamental de la Defensa con su apoyo, su cariño, su aguante, sus desvelos y su entrega, les debemos hoy nuestro reconocimiento, afecto y respeto.
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