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Víctima de Hipercor: «Los jueces nos están dando cada puñalada...»

Rosa Peláez. Víctima de Hipercor

Rosa Peláez, ayer tras conocer la decisión de la Audiencia en el escenario del brutal atentado
Rosa Peláez, ayer tras conocer la decisión de la Audiencia en el escenario del brutal atentadolarazon

El 19 de junio de 1987, los etarras Domingo Troitiño, Josefa Mercedes Ernaga y Rafael Caride colocaron un coche bomba con 27 kilos de amonal y 200 litros de líquidos incendiarios en el Hipercor de Barcelona. Tras fijar el temporizador para que el artefacto estallara a las 16:00 horas, en pleno horario comercial, abandonaron el vehículo en el hipermercado. Poco después de las 15:00 horas, Troitiño llamó a la Guardia Urbana de Barcelona, al centro comercial y al diario «Avui». Se identificó como interlocutor de ETA y alertó de que la bomba estallaría entre las 15:30 y las 15:40 horas. Ni los policías ni el servicio de seguridad de Hipercor encontraron el artefacto y se pensó que era una falsa alarma. En ese momento, Rosa Peláez llegaba al Hipercor «como cada viernes» para hacer la compra con su marido y su hijo. «Cuando nos acercamos a la puerta, vimos policías y les preguntamos "¿Pasa algo? A ustedes nos les importa, pasen, pasen". Entramos y yo le dije a mi marido: "Lo más seguro es que sea un ladrón". No pensaba que iba a pasar lo que pasó», recuerda en declaraciones a LA RAZÓN.

Entonces, Rosa y su familia bajaron a comprar como tantos otros. A veces, su marido y ella se repartían la lista y, mientras uno iba a por el pescado, otro iba a por la carne. Ese día, sin embargo, estaban juntos. De repente, a las 16:08 horas, hubo «una explosión; no sabría expresar cómo fue el ruido». «Mi hijo llevaba un bollicao en la mano que le reventó. Empezaron a caer placas, ardía todo, había fuego, había gritos, había llantos», relata Rosa, antes de explicar que cogió en su manos una chica y que, al sacarla, se le quedaba «toda la carne en las manos».

«Salimos con vida pero no preguntes cómo. Por mucho que me he querido esforzar, no recuerdo nada», asevera compungida. Ahora se siente «indignada». No entiende que uno de los responsables de aquel atentado, Domingo Troitiño, haya sido excarcelado: «Los jueces españoles nos están dando cada puñalada...». «¿Por qué ellos tienen que hacer lo que les da la gana? ¿Porque son jueces? Y qué que sean jueces. Son jueces por las palabras, no porque lo lleven en la sangre. Si lo llevasen en la sangre, no harían lo que están haciendo», afirma, no sin insistir en que, aunque sabe que «hay un pacto con el Gobierno anterior y que este otro Gobierno sigue su ruta», no entiende las prisas.

En este contexto, Rosa agradece la ayuda de la Asociación Catalana de Organizaciones Terroristas (Acvot), así como la de sus abogados y psicólogas, que «están siempre ahí», y apuesta por «seguir luchando».

Eso sí, subraya que las víctimas nunca se han tomado la justicia por su mano y que tampoco lo van a hacer ahora. En su caso, si se encontrase a Trotiño, pasaría de él «totalmente». «No me pondría a su altura. Tengo mucha más clase que los etarras y que los jueces», zanja.