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El colapso de la legislatura: el machismo

Las víctimas de Salazar se elevan ya a cuatro

Pantallazos de los wasap machistas a la dirección. Una exalto cargo confirma a LA RAZÓN que recibió denuncias de otras dos víctimas distintas a las ya conocidas, las trasladó «arriba», y también fue ignorada

Pedro Sánchez preside la reunión de la Comisión Federal Ejecutiva del PSOE Mateo LanzuelaEUROPAPRESS

Hace tiempo que el PSOE vive de crisis en crisis. El partido asiste con creciente estupefacción al desarrollo del «caso Salazar». El feminismo dentro de la organización estalló el miércoles contra la dirección, a la que acusó de haber obstruido el cauce de dos denuncias internas por supuesto acoso sexual contra Paco Salazar, ex asesor del presidente del Gobierno en Moncloa y, hasta este verano, hombre clave que conectaba la maquinaria de Ferraz con el equipo de estrategia de la Presidencia.

Según ha sabido LA RAZÓN, la ejecutiva socialista tuvo conocimiento, nada más trascender la información publicada por «eldiario.es» en julio, de otros dos casos de mujeres que habrían sufrido los comportamientos machistas de Salazar. Las personas tras estos casos no han presentado denuncia, pero vienen a corroborar todo lo que se ha publicado y se ha sabido hasta ahora sobre Salazar. Y, aún así, el partido no indagó.

Durante cinco meses, el PSOE dejó a un lado el asunto. Por todo esto, la reunión del miércoles por la noche entre la secretaria de Igualdad, Pilar Bernabé, y las responsables territoriales del ramo fue «tensa». El feminismo socialista estaba encendido tras trascender que las dos denuncias contra Salazar en el canal digital del PSOE se habían traspapelado por un supuesto error informático que otras fuentes niegan.

Ferraz se apresuró el lunes a explicar que la investigación interna no ha concluido, aunque Salazar se diera de baja recientemente como militante. La realidad es que todo parecía indicar que el partido tenía intención de dar carpetazo al caso sin hacer demasiado ruido. Pero el cónclave de responsables de Igualdad se convirtió en un cruce de reproches por el «fallo» del protocolo antiacoso del partido, así como de las herramientas a disposición de las militantes para denunciar con garantías cualquier comportamiento reprochable.

El «malestar» se ha apoderado de buena parte del partido que apunta, además, hacia dos personas claves por no haberse tomado en serio las denuncias: la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, y la secretaria de organización, Rebeca Torró –que no participó en el encuentro–. Cabe recordar que Montero comparte militancia con Salazar en la agrupación de Sevilla. Las fuentes consultadas explican que Bernabé «despachó rápido» el encuentro –duró apenas media hora–.

Es más, explican que Bernabé no quiso abordar el tema en profundidad. Según fuentes presentes en el encuentro, que se realizó por videoconferencia, la secretaria de Igualdad socialista dijo que «se está siguiendo el protocolo», aunque no supo explicar por qué el partido tardó tanto en gestionar todo el proceso. «[Pilar] estaba cabreada, porque se había filtrado la reunión», conceden las mismas fuentes.

Lo cierto es que este caso ha animado a las socialistas a alzar la voz. Algunas de ellas advierten de que «hay más casos» como el de Salazar, al que vinculan con «el grupo heteropatriarcal» del partido, compuesto por varios hombres que formaron parte del núcleo de poder del partido.

Según el relato de estas fuentes, estos hombres hacían comentarios fuera de lugar sobre el aspecto físico de las mujeres.

Una parte del malestar que ha recorrido al PSOE tiene su origen en que Salazar continuara prestando servicios al Ejecutivo, a través de una consultora, durante los cinco meses posteriores a su salida de Moncloa –ocupaba la secretaría general de coordinación institucional del gabinete de Presidencia—. Pedro Sánchez le tuvo que sacar de la nueva ejecutiva socialista, donde iba a ser adjunto de la secretaria de Organización, Rebeca Torró, precisamente por hacerse públicas las denuncias.

Como avanzó este periódico, en el entorno más próximo al presidente se llegó a cuestionar la veracidad de las acusaciones difundidas. En la cúpula del Gobierno, la caída de Salazar no se produjo de manera inmediata: costó dar el paso y estuvo marcada por el clima político extremadamente desfavorable de aquellos días. Conviene recordar que, pocas semanas antes, el país había escuchado a José Luis Ábalos y a Koldo García hablar del reparto de prostitutas, un episodio que dejó la imagen del partido profundamente dañada. En ese contexto, Presidencia entendió que mantener a Salazar en el organigrama era insostenible.

Aun así, dentro de Moncloa hay voces que sostienen que el exalto cargo está siendo víctima de «fuego amigo». Las fuentes consultadas en el núcleo duro de Sánchez explican que «nunca» detectaron a Salazar un comportamiento inadecuado. Pero el problema es el protocolo antiacoso. Fuentes de Presidencia cuentan que en el buzón de Moncloa no se recibió una sola queja de Salazar.

El equipo de Sánchez, mientras, intenta construir un cortafuegos –otro más– que proteja la reputación del presidente. Pero en el PSOE asumen que cada vez es más difícil sostener que algunos de los hombres que están cayendo, como José Luis Ábalos o Santos Cerdán, y que trabajaron durante años al lado del líder, fueran desconocidos para él. «Es imposible desvincularle de todos ellos, porque todos fueron sus manos derechas y personas de su confianza», explica un socialista nada optimista.