Vuelo bajo
Yolanda
No se entiende que abrace entusiasta la inteligencia artificial
Si alguien te pidiera, tras pronunciar la frase «todas las personas tienen derecho a ser estúpidas, pero algunas personas abusan de ese privilegio», que le dijeras en quién estás pensando, creo que por una abrumadora mayoría saldría Yolanda Díaz, con mucha más participación y votos de los obtenidos en la reciente asamblea de Sumar.
El autor de «Las Leyes Fundamentales de la Estupidez Humana», Carlo M. Cipolla, afirmó que la estulticia es atemporal y avisaba del gran peligro social que suponen los estúpidos. Decía que una de las grandes creaciones de la naturaleza es haber distribuido la estupidez de manera equitativa por todas las clases sociales, razas y condiciones. Probablemente la que suscribe, presumiblemente, usted, audaz lector, ostentemos tal condición, pero de una manera más moderada y discreta que la vicepresidenta.
No se entiende que, alguien que está ideológicamente «en la búsqueda de un camino transversal», que se siente cómoda en el comunismo, abrace entusiasta la inteligencia artificial, que no es otra cosa que la creación de sistemas que puedan realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, el razonamiento y la percepción. «Es algo que ansiamos mucho, desde Espartaco hasta hoy», llegó a decir. No hay nada como reescribir la biografía del famoso esclavo gladiador de origen tracio, nacido en el 103 a. C.
Alguien que te dice que plancha para relajarse, usa el taxi para llevar al colegio a su hija, que tanto el taxista como las demás madres del cole la vitorean constantemente, que el pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella, que hay que mirar al horizonte –entiéndase por horizonte el mar Mediterráneo– para cambiar la vida de las personas, que al sumar no solo sumamos, sino que multiplicamos... ¿Es posible que doña Yolanda esté usando erráticamente algún algoritmo de la inteligencia artificial? ¿O ella es así?
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