Familia
Así es cómo debes cuidarte si te van a hacer una cesárea
La cesárea es una operación de cirugía mayor a la que hay que prestarle muchos más cuidados que a un parto vaginal
Si próximamente te vas a someter a una cesárea conviene que sepas algunas de las cosas que lleva consigo dicha operación y algunos consejos para que sea más duradera. Cristina Núñez, directora del centro de preparación al parto Más Natural
En el hospital:
La cesárea es una intervención quirúrgica y como tal requiere unos cuidados posteriores que no exige un parto vaginal. La recuperación es más lenta, los días de ingreso hospitalario suelen ser de 3 a 5 días frente a los 2 ó 3 del parto eutócico. Además, en el caso de cesáreas programadas, la subida de la leche suele ser más tardía puesto que al no comenzar el parto no se han producido las hormonas necesarias que dan la información al cuerpo de que se va a tener un bebé. Hemos de darnos cuenta de que una cesárea es una solución quirúrgica a un problema, y el cuerpo poco a poco irá adaptándose a su nueva situación, pero qué duda cabe que la sabiduría de la naturaleza hará lo imposible por alimentar a nuestro hijo si lo tenemos cerca. La recomendación será entonces tener a nuestro bebé piel con piel, lo que llaman el método canguro, el mayor tiempo posible y a ratos al pecho aunque aún no nos haya subido la leche. El remedio homeopático Staphysagria 9Ch es indicado para ayudar a cualquier cicatrización, ya sea de una cesárea, de una episiotomía, desgarro o cualquier otra. También el Arnica 9Ch ayudaa que no salgan moratones. En casos de cesáreas se suele recomendar lo siguiente: 4 días antes de la cesárea programada, tomar 3 gránulos de Staphysagria 9Ch, otros 3 de Arnica 9Ch y 5 gotas de Echinacea Pentarcan (esta es de la casa DHU) 3 veces/día, antes de las tres comidas principales. El día de la cesárea esto mismo 4 veces y en los 4 días posteriores otras 3 veces/día.
Ya en la habitación, nuestro hijo y pareja serán un gran apoyo emocional para la mejor recuperación física. Todavía estaremos bajo los efectos de la anestesia, que poco a poco irán pasando, sintiéndonos adoloridas. Si ha sido anestesia epidural o un bloqueo espinal, el anestesista puede añadirle morfina, que es un excelente calmante del dolor postoperatorio cuyo efecto dura hasta 24 horas y que no provoca el adormecimiento que dan los narcóticos sistémicos (estos son calmantes que afectan al cuerpo entero y no sólo la zona donde se siente el dolor). Algunos anestesistas dejan la epidural durante 12 a 24 horas después de la cirugía para poder introducir más medicación de ser necesaria. Una vez que la anestesia local deje de proporcionarnos un alivio adecuado del dolor, nos administrarán medicación sistémica por lo general en forma de pastillas que contendrán algún narcótico. Si la cesárea nos la hicieron con anestesia general, o si no recibimos después una dosis de morfina a través de la epidural o el bloqueo espinal, nos administrarán narcóticos sistémicos para el alivio inmediato del dolor. Recibiremos analgésicos inyectables cada 3 ó 4 horas, o usaremos un sistema denominado “analgesia controlada por el paciente”, en el que aprietas un botón cuando sientes molestias y la medicación se administra de forma intravenosa. Las dosis se controlan a través de un aparato, de modo que no se recibe más de lo que resulte seguro. En cualquier caso no debemos sentir vergüenza de pedir más medicación si sentimos dolor, no hay necesidad de sufrir y cuanto más tardemos en pedirla, más difícil resultará aliviarnos.
El nacimiento por cesárea no interfiere en la producción de leche, así que podremos dar el pecho sin problemas. Sin embargo, sostener al bebé en brazos puede resultar complicado debido a que el peso del niño sobre la cicatriz seguramente nos dolerá. Hay que intentar encontrar posturas alternativas que nos permitan hacerlo. Por ejemplo, tumbadas de costado y colocando al bebé junto a nosotras en la cama o apoyándole sobre almohadas bajo nuestro brazo. También podemos pedirle a la enfermera que nos muestre cómo hacerlo acostadas en posición lateral o sentadas y sosteniendo al bebé con las piernitas colocadas bajo el brazo y el rostro junto al pecho (como si llevásemos un balón de fútbol americano), para que no ejerza ninguna presión sobre la incisión.
Sentiremos la zona de la incisión adormecida aunque también adolorida, notando que la cicatriz está ligeramente levantada, hinchada y presenta una coloración más oscura que la piel natural. El obstetra pasará a vernos diariamente para observar cómo estamos y controlar que la herida está cicatrizando bien. Sentiremos dolor al estornudar, reír, incluso hablar (ayuda mucho usar las manos o una almohada para sostener la incisión en esos momentos), pero a medida que pasen los días nos iremos sintiendo mejor. La enfermera pasará al principio cada pocas horas para revisarnos y ayudarnos. Nos tomará los signos vitales, palpará el útero para asegurarse de que se encuentra firme y evaluará la cantidad de sangrado vaginal. Al igual que cualquier mujer que acaba de dar a luz, tendremos un flujo vaginal llamado loquios, constituido por sangre y tejido muerto de las paredes del útero. En los primeros 3 ó 4 días será de color rojo intenso.
La enfermera también nos enseñará cómo toser o cómo hacer ejercicios respiratorios frecuentes para expandir los pulmones y limpiarlos de cualquier líquido acumulado, lo cual resulta particularmente importante si nos aplicaron anestesia general (de esta manera podremos disminuir el riesgo de neumonía). Si todo está bien, nos quitarán la sonda intravenosa y urinaria, por lo general entre las 12 y 24 horas después de la cirugía (es el tiempo que el tránsito, detenido por la anestesia, se retoma), y podremos empezar a comer cuando tengamos apetito.
La retirada de la sonda puede resultarnos un poco desagradable. Notaremos una sensación de escozor o quemazón, pero no dolerá. Una vez apartada la sonda, es bueno tratar de orinar. Tener la vejiga vacía ayudará a que el útero vuelva a su estado normal. En ocasiones después de la retirada de la sonda puede resultarnos molesto orinar; es normal, pero deberemos consultar al personal sanitario si el dolor nos impidiera hacerlo. Verter un vaso de agua tibia por el pubis facilita la micción.
Probablemente nos sintamos adormecidas y hasta es posible que tengamos náuseas inmediatamente después de la cirugía. Estas náuseas pueden durar hasta 48 horas pero nuestro médico puede darnos medicación para disminuir las molestias. Algunas mujeres también sienten picor en todo el cuerpo, sobre todo aquellas que recibieron narcóticos en su anestesia epidural o espinal. Si nos pasara, debemos comunicarlo al equipo que nos atiende para que se nos administre medicación específica para calmar la picazón.
Podríamos tener malestar por acumulación de gases y sentirnos hinchadas durante los dos primeros días. Los gases tienden a acumularse debido a que los intestinos están perezosos después de la cirugía. Levantarnos y dar unas vueltas ayudará a que nuestro sistema digestivo se ponga en movimiento otra vez. Si las molestias son intensas las enfermeras pueden darnos algún medicamento de venta sin receta que contenga simeticona, una sustancia que permite que las burbujas de gases se junten con más facilidad, facilitando su expulsión. La ingestión de simeticona no presenta riesgos mientras amamantamos.
Nuestro útero está empezando su proceso de involución, es decir, está retomando el tamaño que tenía antes del embarazo, por lo que experimentaremos pérdidas de sangre llamadas loquios, que podrán perdurar 6 semanas.
Los especialistas nos animarán a incorporarnos lo antes posible efectuando cortos paseos por los pasillos. Es la mejor forma de prevenir trombosis y fomentar el regreso de la evacuación, además el movimiento favorecerá la recuperación general. No debemos dudar en pedir ayuda para levantarnos de la cama o una silla las primeras veces. Antes de hacerlo, es mejor permanecer sentadas un minuto e incorporarnos pausadamente, sujetándonos el abdomen con ambas manos, o bien utilizando una toalla o una almohada enrollada sobre la incisión y sosteniéndola por ambos extremos mientras nos incorporamos o tosemos. Si tenemos la oportunidad, mecernos en una silla puede ayudarnos a deshacernos de los molestos gases y retortijones resultantes de toda cirugía abdominal.
A partir del día siguiente a la intervención, es importante llevar a cabo una serie de ejercicios leves, a fin de estimular la irrigación del abdomen, lo que favorecerá la pronta recuperación de la zona y acelerará el proceso de cicatrización de la incisión. Estos ejercicios pueden ser realizados en la cama, varias veces al día:
· Sentadas en la cama, con las piernas extendidas, estiraremos y flexionaremos las puntas de los pies, 20 veces.
· Tumbadas en la cama separaremos las piernas y haremos 10 rotaciones de tobillo, hacia un lado y después hacia el otro.
· Tumbadas, presionaremos la parte de atrás de la rodilla contra el colchón, después relajaremos la pierna, 20 veces.
· Estiradas en la cama, llevaremos las rodillas hacia el pecho, deslizando los pies sobre la sábana para subir las piernas muy suavemente, de forma que se eleve ligeramente la cadera. Mantendremos la postura 4 segundos.
Dos días después de la intervención, podremos realizar los siguientes ejercicios que nos permitirán reajustar la presión interna abdominal, una parte del cuerpo que ha estado además inmóvil durante la gestación. Debemos recordar que estos ejercicios debemos llevarlos a cabo con la vejiga vacía:
· Tumbadas sobre la espalda, con las piernas estiradas, doblaremos las rodillas separándolas hasta la línea de la cadera, juntando las plantas de los pies.
· Haremos respiraciones pausadas, con las manos sobre el vientre para sentir los movimientos de inspiración y espiración. No mantendremos la respiración.
· Intentaremos meter la tripa suavemente hacia la espalda y luego relajaremos.
· De pie, presionamos los pies contra el suelo como si quisiéramos atravesarlo. Apretaremos durante 4 segundos y repetimos varias veces.
En 3 ó 4 días, el obstetra posiblemente nos quite las suturas o las grapas. Sólo le llevará unos minutos hacerlo y puede que sintamos un pequeño pellizco pero no nos dolerá. Después de eso y si todo está bien, podremos irnos a casa.
En casa
Al volver a casa necesitaremos ayuda ¡y mucha! Todas las muestras de apoyo por parte de familiares y amigos son pocas, y no debemos cortarnos en explicar claramente qué necesitamos (puede ser que nos limpien los cuartos de baño, la cocina o que nos planchen algo de ropa), y si está al alcance de nuestro bolsillo, pues no está de más contratar a alguien por lo menos un tiempito que nos ayude. Como toda mamá reciente, probablemente estaremos eufóricas y al mismo tiempo un poco abrumadas por la responsabilidad de cuidar a nuestro recién nacido, pero también estaremos lidiando con nuestro dolor en el abdomen, después de todo nos estaremos recuperando de una cirugía abdominal importante.
Lo que más nos costará será probablemente caminar derechas, no podremos agacharnos ni estar paradas de pie sin andar más de unos minutos. Cada una tenemos un grado de sensibilidad al dolor, pero más o menos tardaremos unos dos meses en volver a encontrarnos dueñas de nosotras...
Después de una cesárea, nuestro organismo debe no sólo recuperarse de una importante intervención quirúrgica, sino además de los 9 meses anteriores de gestación en los que ha debido proveer al bebé de todos los ingredientes necesarios. Deberemos por tanto de una forma muy sana, equilibrada y rica en proteínas, frutas, verduras e hidratos de carbono. También es importante la ingesta de gran cantidad de líquido para mantenernos hidratadas y ayudar al organismo a eliminar todos los desechos derivados del alumbramiento. Es probable que debido al cansancio acumulado tengamos más ganas de lo habitual de comer dulces, y una buena opción sería la melaza de cereales ó el sirope de Agave.
Nuestra actividad todavía deberá ser leve, debiendo reposar todo lo que podamos. La incisión aún nos molestará y tendremos todavía los músculos abdominales debilitados por la cirugía, por lo que no convendrá exigirles demasiado, lo que incluye (sobre todo las 2 primeras semanas) limitar las subidas y bajadas de escaleras, evitar las labores domésticas, el ejercicio, levantar peso (el máximo es nuestro hijo), conducir... Deberemos tratar de dormir una siesta al día y vigilar bien nuestras posturas.
Nuestra alimentación siempre es importante y ahora aún más. Muchas veces nos sentimos tan cansadas o mermadas en nuestro movimiento que con tal de no levantarnos dejamos que pase la hora de la comida y esto es un gran error. Varios estudios médicos demuestran que las mujeres sometidas a un parto por cesárea tienen tendencia a sufrir anemia, así que en esta etapa de nuestra vida debemos ser muy conscientes de nuestra responsabilidad para con nosotras mismas. Yo recomiendo no dejar ningún potingue natural que hayamos estado tomando durante la gestación y ya nos haya demostrado que nos sienta bien, incluyendo por supuesto al magnesio, sus necesidades siguen siendo altas y además teniendo en cuenta la pérdida de sangre probablemente ahora lo serán más.
Es recomendable que esperemos al menos un mes y medio para reanudar las relaciones sexuales para dar tiempo a que el útero, como todas las capas de la pared abdominal, cicatricen bien. Tampoco debemos bañarnos ni usar tampones hasta que la incisión haya sanado del todo.
Al principio la cicatriz se notará un poco, estará levemente hinchada y será algo más oscura que la coloración natural de nuestra piel, pero se irá reduciendo poco a poco, notándolo considerablemente a partir de las 6 semanas. Suele medir de 10 a 15 cm de longitud y unos 3 mm de ancho y está por lo general debajo del abdomen y oculta por el vello púbico que ahora tendremos afeitado, con lo cual en un futuro pasará desapercibida, además la coloración irá pareciéndose cada vez más a nuestro color de piel.
Para tratar la cicatriz podemos aplicarnos la crema Rescue Remedy del dr. Bach 2 ó 3 veces al día, cuando hagamos nuestras curas. Nos ayudará en la cicatrización así como a calmar el dolor. Siempre nos lavaremos bien las manos antes, haremos las curas con agua y jabón y gasas estériles, la secaremos bien y por último la cremita. Colocaremos encima otra gasa para que no manche las braguitas. Evitaremos exponer la cicatriz al sol al menos durante un año. Respecto al dolor, es posible que necesitemos tomar analgésicos de venta con receta médica hasta una semana después de la cirugía y luego comencemos gradualmente a tomar calmantes de venta sin receta, pero muy importante si estamos amamantando no deberemos tomar aspirinas ni medicamentos que contengan ácido acetil salicílico (sí ibuprofeno).
El sangrado y la secreción vaginal irán disminuyendo, aunque pueden durar hasta 6 semanas y gradualmente irá cambiando la coloración de rojo intenso a rosa y después a amarillento y a blanquecino.
Debemos acudir al médico si:
· Prosigue la hemorragia de tipo menstrual pasados los primeros 5 días después del parto o reaparece tras haber aminorado
· Tenemos más de 38º de fiebre
· Sufrimos fuertes dolores de cabeza que no remiten
· Sentimos dolor repentino o fuerte escozor en la zona abdominal
· La cicatriz sangra o supura
· Nos escuece o sangramos al orinar
· Aparecen síntomas de infección en el pecho, como dolor, enrojecimiento o una zona caliente y endurecida en uno o ambos pechos
· Notamos un área en la parte inferior de la pierna hinchada, enrojecida, dura y con dolor
· La hemorragia vaginal es muy abundante en menos de una o dos horas y/o presenta mal olor
· Nos sentimos muy deprimidas
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