Historia

Este castillo de Galicia esconde historias de sirenas, rebeliones y fuego

La fortaleza, ubicada en la Costa da Morte, fue prisión de arzobispos, refugio de poetas y escenario de leyendas que reviven cada año

Imagen aérea de la fortaleza.
Imagen aérea de la fortaleza. Turismo Deputación A Coruña

En la Costa da Morte se alza de modo abrupto una fortaleza que vigila el valle y permanece prácticamente inalterable al paso del tiempo y de la vida. Un castillo con sus murallas de piedra y sus torres almenadas, que parece dormir bajo una calma engañosa. De día recibe a los visitantes con el rumor de los telares y el brillo de las piezas de cerámica que se modelan en su interior; de noche, cuando el silencio se posa sobre el foso y las piedras recuperan su aliento, dicen que se escuchan lamentos, pasos perdidos y un suave batir de alas que sube desde el pozo encantado. En esos momentos, la historia y la leyenda se confunden.

Los orígenes del castillo de Vimianzo se remontan a finales del siglo XII, cuando el rey Alfonso IX de León otorgó estas tierras a Pedro Mariño de Lobeira, caballero de la poderosa estirpe de los Mariño. En aquel lugar se levantó una casafuerte destinada a controlar los caminos que unían la costa con el interior de Galicia.

Lo que hoy contemplamos es fruto de sucesivas reconstrucciones, especialmente de la llevada a cabo en el siglo XV, tras la gran revuelta irmandiña, cuando miles de campesinos gallegos derribaron los símbolos del poder feudal.

Vimianzo fue durante siglos escenario de esas disputas entre señores, eclesiásticos y vasallos. Su historia se lee como un resumen del feudalismo gallego: confiscaciones reales, alianzas matrimoniales y asedios interminables. En el siglo XIV, la fortaleza pasó a manos del arzobispado de Santiago, pero poco después fue conquistada por los Moscoso, futuros condes de Altamira, que la transformaron en uno de los baluartes más temidos de Galicia.

Castillo de Vimianzo.
Castillo de Vimianzo. Wikipedia

En sus estancias se escribió uno de los episodios más legendarios de la nobleza gallega. En 1465, el conde Bernal Sánchez de Moscoso hizo prisionero al arzobispo Alonso II de Fonseca, su gran enemigo político, y lo mantuvo encerrado durante años en una jaula, de oro según la tradición. La afrenta avivó el odio entre el clero y la nobleza y, cuando dos años después estalló la revuelta irmandiña, los campesinos descargaron su ira sobre el castillo, que fue tomado y arrasado.

Reconstruido poco después por Lope Sánchez de Moscoso, primer conde de Altamira, el castillo vivió una nueva etapa de esplendor y dominio. Desde sus torres se controlaban las rutas comerciales de la sal y el pescado, así como los diezmos que llegaban desde los puertos de la Costa da Morte.

Con la abolición de los señoríos en el siglo XIX, la familia Moscoso vendió la fortaleza a Ramón Martelo Núñez, cuyo descendiente más ilustre, el poeta Evaristo Martelo Paumán del Nero, la restauró para convertirla en residencia familiar.

Nuevos sobresaltos

A mediados del siglo XX, la vieja fortaleza vivió nuevos sobresaltos: fue sede del Ayuntamiento republicano durante la Guerra Civil y, años más tarde, víctima de un incendio que arruinó parte de su interior.

Sin herederos directos, Dolores Martelo de la Maza legó el edificio al Arzobispado de Santiago, cerrando el círculo histórico iniciado siglos atrás. Finalmente, en 1973, la Diputación de A Coruña adquirió el castillo, lo restauró y lo abrió al público. Desde 1994 está declarado Bien de Interés Cultural, y su silueta sigue siendo emblema de la comarca de Soneira.

Entre murallas, pozos y sirenas

El castillo de Vimianzo no sería lo mismo sin las leyendas que lo envuelven. Una de las más antiguas vincula su origen al linaje de los Mariño. Según la leyenda de la sirena de Sálvora, un caballero naufragó frente a la isla y fue salvado por una sirena llamada Mariña, que renunció al mar para casarse con él.

De su unión nació Johan Mariño, antepasado de los primeros señores del castillo. Desde entonces, la figura de una sirena coronada aparece en el escudo familiar, como testimonio de aquel amor imposible entre el hombre y el océano.

Otra historia recorre las noches húmedas del castillo: la del pozo encantado. Cuentan los mayores que en tiempos pasados muchas jóvenes se ahogaron en aquel pozo mientras soñaban con sus amores, y que sus almas se convirtieron en palomas blancas que aún hoy revolotean sobre las almenas, buscando a quienes amaron en vida.

Pero la leyenda más conocida, la que inspira cada año la fiesta del Asalto ao Castelo, habla de una tirana llamada doña Juana y de un campesino ajusticiado injustamente.

La Virgen de Guadalupe, dicen, devolvió la vida al ahorcado para que encabezara la rebelión del pueblo contra su señora. En la batalla final, doña Juana cayó traicionada por su propio bufón y el castillo ardió en llamas. Esa mezcla de historia, fe y venganza sigue viva en la memoria colectiva: cuando el verano llega a Vimianzo, el pueblo entero revive aquella revuelta con antorchas, disfraces y un entusiasmo que funde mito y realidad.

Hoy el castillo de Vimianzo no es sólo un monumento, sino un espacio cultural abierto. Su patio acoge la Muestra de Artesanía en Vivo, un proyecto impulsado por la Diputación de A Coruña donde se pueden ver en directo oficios tradicionales como el encaje de bolillos, la cestería, la alfarería o el trabajo del lino y la plata. Las antiguas estancias del castillo se han convertido en talleres y salas de exposición donde el visitante no observa, sino que conversa con los artesanos, heredero de una Galicia que se resiste a perder sus manos sabias.

Durante los meses de verano, el concello organiza visitas guiadas y teatralizadas, muchas de ellas al anochecer. Un guía vestido de época —a veces el propio “fantasma” de Evaristo Martelo— conduce al público por los pasadizos y torres, contando anécdotas y misterios a la luz de las antorchas. Es una forma distinta de adentrarse en la historia y de sentir que, de algún modo, las piedras aún guardan memoria.

El acceso al castillo es gratuito. Abre de martes a domingo, de 10:30 a 14:00 y de 16:00 a 18:30, ampliando su horario hasta las 20:30 en verano. Los lunes permanece cerrado, y las fechas de actividades especiales se publican en la web y redes del Concello de Vimianzo.

El asalto que hizo historia

Cada primer fin de semana de julio, la villa entera se transforma. Miles de personas vestidas con ropajes medievales se concentran ante la fortaleza para representar el Asalto ao Castelo, una de las fiestas más singulares de Galicia.

Durante tres días, las calles se llenan de puestos de artesanía, música tradicional, tabernas, pasacalles y representaciones teatrales. El sábado por la noche llega el momento culminante: el pueblo, convertido en ejército irmandiño, toma el castillo simbólicamente entre antorchas, humo y pirotecnia.