Así alteran nuestro paladar los alimentos ultraprocesados hechos para volvernos "adictos"

Los alimentos ultraprocesados, como aperitivos y bollería industrial, están diseñados con una estrategia clara en mente: estimular al máximo nuestros sentidos y hacernos consumir en exceso. Estos productos son maestros en la creación de sabores intensos y placenteros, gracias a la combinación precisa de ingredientes como azúcar, sal y grasas, que activan las señales de recompensa en nuestro cerebro. La preferencia de nuestro paladar por preferir sabores dulces se observa incluso en recién nacidos, que tienen una inclinación natural hacia lo dulce.

Por otro lado, sabores como el amargo y el ácido, que a menudo indican la presencia de sustancias potencialmente perjudiciales en los alimentos, tienden a producir rechazo. Esto también es un mecanismo evolutivo que nos protege de consumir alimentos tóxicos. Sin embargo, lo que una vez fue un sistema de supervivencia ha sido explotado por la industria alimentaria de los ultraprocesados. Estos productos buscan alcanzar el "punto de éxtasis", una combinación perfecta de sal, azúcar y grasa que haga que no podamos resistirnos a comer más. Si un sabor nos gusta pero nos cansa, la industria tiene un problema. Por eso, se han dedicado a perfeccionar sus productos para mantenernos consumiendo sin parar.

El problema es que esta sobreestimulación constante de nuestros sentidos con sabores intensos puede afectar nuestra percepción de los alimentos naturales. Cuando estamos acostumbrados a los sabores intensos de los ultraprocesados, los alimentos saludables pueden parecernos insípidos o aburridos. Además, los estudios sugieren que la complejidad de los ultraprocesados, con múltiples sabores compitiendo entre sí, puede hacer que el sabor final no sea un indicador confiable de su calidad nutricional.