Gente
Pasarela política: Abascal se subió el pantalón por encima del ombligo
Sin análisis previo, porque yo soy más de primera impresión. Parecía que el miércoles pasado iba a ser su día grande, al menos, en lo que a protagonismo se refiere. Tanto que ya me imaginaba yo a Olona y a Mireia vestidas rollo Soraya en Eurovisión, entre patinadora sobre hielo y acróbata circense.
Pero, claro, lo de una jornada especial (la primera moción de censura de Vox y la primera a Pedro Sánchez) lo era solo sobre en el papel. En escena, en el mismo instante en que los vi desfilar, porque los de Vox desfilan a cuerpo de dos, me di cuenta de lo que todos los integrantes del partido verde habían asumido cuando esa mañana se pusieron frente al armario e hicieron introspección: «Va a salir todo fatal. Qué pérdida de tiempo. No tengo ganas de ná». Su estado anímico era más negro que el fondo abisal de un agujero ídem y su atuendo, un reflejo fiel de esa oscuridad. No hicieron el más mínimo esfuerzo en fingir entusiasmo.
Puesta de largo de Garriga
Nada. Parecía que les llevaran a ver una gala de los Goya presentada por Animalario... Las chicas, de gris rata y marengo; Abascal, explotando, sudando y sin peinar. Que se ha pasado con el Royal y el modo «amasado» del robot de cocina es una realidad más allá de que le guste subirse la cinturilla del pantalón por encima del ombligo; Iván Espinosa de los Monteros, con sus dos piezas de siempre (dícese del que lleva la chaqueta de un traje y el pantalón, de otro), Ortega Smith, con sus pulseritas de cuero pfff... Solo Ignacio Garriga era consciente de que, personalmente, estaba en su puesta de largo. Porque, además, él, en toda su mismidad, era un mensaje, una declaración de intenciones: la moción de censura la presenta el único integrante no caucásico de la derecha más a la derecha de Europa.
Y obviando la «depre» general, eso sí, mucha bandera. En la mascarilla, que la de Olona es como un zarpazo en «to’lacara»; en la corbata de De Los Monteros; en los gemelos de Abascal con la bandera en rojo y gualda... Que no es por nada y no quiero herir sentimientos patrióticos, pero el rojo y el gualda qué mal combinan con cualquier cosa que te pongas… Ahora, eso a nadie le importó y, en general, integrantes de casi todos los partidos –indepes no, claro– se unieron a la banderita como complemento. Arrimadas, en blanco y negro y al día siguiente, de amarillo no indepe, o Pedro Sánchez, Darias, Duque... Porque el Gobierno tampoco era una juerga. ¿Las que le dan salero? En perfil hiperbajo (Calvo ni estaba) y las Monteros, como las de Vox, en gris rata y gris marengo, que parecía que se habían «whatsaapeado» como cuando tienes 15 años y no quieres destacar en el «insti».
Daba la impresión de que, a sabiendas del fracaso de Vox, hasta el trámite de aguantarlo les daba una pereza que te cag** y se habían quitado el pijama, pero la ducha la dejaban para la noche... Tuvo su gracia en cambio que, con lo suyos que son para pasarse las normas del vestuario por donde se suelen frotar con la esponja por las mañanas, Pablo Iglesias y Gabriel Rufián se pusieran americana y camisa blanca como esos chavalitos que van siempre en chándal y que, para una boda familiar, eso es ir elegantes.
Ahora, lo sorprendente fue que, en ese «spleen» estético, llegara el PP y se soltara la melena. Cuca Gamarra, con un traje en satén azul un día y otro rojo, el siguiente; Ana Beltrán Villalba, jugando con dos tonos de oro un día y con el rosa y chupa de cuero, el otro; Fernández y Fernández, o sea, Casado y Teodoro, partiendo peras y optando uno por el «total blue» y otro por el «british grey» con mascarilla roja... ¿Perdón? ¿Pero cómo era posible que, ante ese desánimo general, el PP, repito, el PP, se convirtiera en un oasis?
A ver, que lo supimos al día siguiente, en la votación, que estaban de festejo: su opositor en la retaguardia iba a sufrir el mayor revés de la historia de las mociones de censura fracasadas y su opositor natural, el PSOE, iba a ver cómo el PP se deshacía de complejos mientras que, ellos, en la bancada de Podemos, veían/tenían a varias diputadas con las bombers de Zara en rojo, mostaza y morado evocando la República. Eso es. Un oxímoron. Del comunismo vs. Arteixo. En fin, que en la gama de grises, perdió la más oscura. Aunque, eso sí, asistimos a una revolución del color entre la derecha. Alguien se despertó, parece, con ganas de quitarse el uniforme azul.
✕
Accede a tu cuenta para comentar