Hollywood

Así no, por favor

Así no, por favor
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Hay muchas maneras de disfrutar de una alfombra roja como la de los Globos de Oro. Cuando no existía internet, no había otro remedio que pasar la noche en vela para irse después a la cama cargada de información y, a veces, tener pesadillas por culpa de los desastres estilísticos de algunas de las actrices invitadas. Ahora, todo es más fácil. Puedes dormir plácidamente y desayunar, móvil en mano, riendo sin parar con blogs como el titulado «Como hilo por puntilla», escrito por Ramón Ahuir o @ramonretro. Para mí se ha convertido en una necesidad comparable a la del primer café. Este twittero mayor del reino comienza diciendo «como era de esperar, se desplegó la alfombra roja y nuestras actrices favoritas desplegaron sus mechas de gorro, sus pestañas postizas y sus juanetes provocados por zapatos caros». Y digo yo...: ¿no se supone que las divas de Hollywood pueden contratar al mejor estilista? Este año ha habido más fracasos que aciertos de estilo. Comienzo por Julia Roberts. La admiro tanto como actriz y tan poco como icono de moda. Su Dolce&Gabbana negro con camisa y cinturón blanco arruinó su espléndida belleza. El «look» bien pudiera haberlo llevado en los 90, cuando Marta Sánchez cantaba aquello de «Quiero más de ti». Y continúo con otra mujer bellísima que siempre me decepciona, Heidi Klum. @ramonretro la definió como «demasiada información». Era de la firma Marchesa y sí, desbodaba contenido: encaje, flores blancas, bordados, cola, transparencias, es decir, lo que viene siendo un todo en uno. Sigo con Lena Dunham, que nos sirve como ejemplo del vestido que nunca deberíamos tener en el armario. Sin palabras. El cuarto look desafortunado fue el de Hayden Panettiere. No es el Tom Ford más bonito que he visto. A Hayden no le favorece el corte a la cadera porque acorta su ya pequeña silueta. Y termino con Sandra Bullock vestida por Prabal Gurung con un mikado reflectante tricolor con bajo de falda asimétrico pasado de moda que no le hizo ningún favor. En fin, en los Oscar, ¡a ver qué glamour pasa!