Londres

Camila, lista para reinar

El príncipe Carlos ejerció de rey ante la Commonwealth, pero fue la duquesa de Cornualles quien acaparó las miradas y demostró estar lista para ocupar el trono

Camila, lista para reinar
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«¿Sabía que su tatarabuelo, el rey Eduardo VII, fue amante de mi bisabuela, Alice Keppel?». No es fácil actuar con naturalidad cuando se tiene delante a un futuro rey. Y quizá la frase no era la más adecuada dentro del protocolo. Pero fue así como Camila se presentó al príncipe Carlos. Ella tenía 23 años. El heredero, 22. La historia de amor que surgió después es de sobra conocida a ambos lados del Atlántico.

Durante más de cuatro décadas, los británicos han sido testigos de la que es hoy duquesa de Cornualles. Y aún así, siempre ha sido la gran desconocida. El fantasma de otra mujer a la que Palacio consideró más adecuada para casarse con el amor de su vida, la obligó a mantenerse en un segundo plano. Pero eso forma ahora parte del pasado porque Camila, la eterna amante, la «tercera persona» de un matrimonio que nunca funcionó, la perpetua rival de Diana, la odiada por gran parte de plebeyos... Ha ejercido, por primera vez, como futura reina. Y, para asombro de todos, lo ha hecho con el beneplácito del pueblo.

Tan sólo un día después de su 65 cumpleaños, el príncipe Carlos presidía este viernes en Sri Lanka la reunión de jefes de Gobierno de la Commonwealth. Se trataba de un día histórico porque, por primera vez, representaba a su madre, la reina Isabel II. Era su gran puesta de largo, pero fue ella quien se convirtió en el centro de atención.

En la cena de gala, Camila apareció con una tiara de diamantes muy especial para la familia real. Se trataba de la misma tiara que en, tantas ocasiones, lució la reina madre. El gesto de Isabel II de prestar a su nuera la joya para tan memorable ocasión hablaba por sí solo: Camilla cuenta con la aprobación –y está ya preparada– para convertirse en reina consorte.

El camino ha sido largo, solitario y, sobre todo, muy arduo. Cuando la hija del comandante Bruce Shand se casó con el príncipe Carlos en 2005, tenía 58 años. De por sí, es difícil pasar de ser una persona anónima a un miembro de la familia real. Pero el aprendizaje resulta aún más complejo cuando se está a punto de cumplir los 60. La duquesa de Cornualles lo tuvo que hacer además sin contar con ningún apoyo. No tenía el visto bueno de la soberana y ni mucho menos el cariño del pueblo. Es más, la popularidad de la pareja cayó a sus cuotas más bajas cuando se dio el «sí, quiero». Entonces, en Palacio se diseñó un elaborado plan para mostrarla en público tan sólo en contadas ocasiones.

La duquesa tuvo que aprender cómo hablar, cómo callar y, sobre todo, cómo ganarse el respeto de un pueblo que jamás le dio la oportunidad de conocerla. No fue un proceso fácil. Ni siquiera el día de su 60 cumpleaños Camila pudo soplar feliz las velas. El mismo verano de su aniversario, se cumplían los diez años de la muerte de Lady Di. Su círculo más íntimo, asegura que fue su «annus horribilis». Tan sólo pensar en cómo actuar en los actos oficiales la ponía enferma.

No dormía, no comía. La presión la llevó hasta límites insospechados. En Palacio, tampoco sabían cómo afrontar la situación. Si acudía a los servicios religiosos celebrados en honor de su eterna enemiga, los británicos podrían enfurecer. Si no acudía, los británicos podrían arremeter, aún más, contra el príncipe Carlos, considerando la ausencia como un acto de cobardía. Una vez más, Camila acabó optando por el ostracismo, para que nada de lo que hiciera o dijera pudiera herir sensibilidades. Mientras famosos, cantantes y aristócratas acudían al funeral de la «princesa del pueblo», ella fue fotografiada en Escocia, sola en el campo, recogiendo setas.

Pero sus insaciables fuerzas por agradar la llevaron a seguir a rajatabla un meticuloso programa elaborado por asesores de imagen. Y no es por quitar valía a los expertos, pero ha sido precisamente a través de las fotos en las que se ha visto más natural con las que se ha ido ganando, muy poco a poco, la simpatía de sus súbditos.

Refugio familiar en el campo

Sus amigos creen que el secreto de su éxito se basa en que es capaz de hacerse indispensable para aquellos a los que quiere tener cerca. Y eso no quita para que sepa cómo dar a cada uno su espacio. Prueba de ello es la relación que tiene con su marido. A pesar de que pasan por su momento más dulce, a la hora de disfrutar de sus dos hijos –fruto de su primer matrimonio– y sus cinco nietos, prefiere refugiarse en Raymill House, la casa de campo que adquirió tras su divorcio en Wiltshire y la que se negó a vender tras contraer matrimonio con el heredero al trono.

Su humor es otro de sus puntos fuertes –no es de extrañar que se entienda tan bien con su suegro, el Príncipe Felipe– y por último destaca su paciencia, adquirida, quizá por las clases de yoga y pilates en las que realiza todo tipo de posturas –impensables para el resto de los mortales– con una facilidad pasmosa.

Por otra parte, el cambio de imagen ha sido crucial. Eso sí, sin renunciar nunca a su peculiar melena. Para ello, se ha rodeado de un pequeño grupo de asesores, en gran parte mujeres, que se muestran especialmente leales con ella. Jacqui Meakin es la responsable de su armario. No hay que olvidar que Camila era un ama de casa que utilizaba los topes de seguridad para mantener atados los cordones porque no tenía paciencia para hacerse el lazo. En definitiva, su preocupación por la estética era nula, por lo que trabajar en su estilismo ha sido todo un reto. Hugh Green, quien viaja con ella a todas partes, es su peluquero personal, una figura conocida en el lujoso barrio de Bergravia. Del cuidado de su piel se encarga la gurú Deborah Mitchell, que tiene un salón de belleza en Shropshire. Todos se preocupan de que su estilismo y su aspecto esté siempre a punto y brille, aunque con personalidad propia, con algo del candor que iluminaba siempre a Lady Di.

En definitiva, aunque ha tardado más de cuatro décadas, lo ha conseguido. Cuenta con el cariño del pueblo y la aprobación de la soberana. Ahora sí. Camila está ya lista para ser reina.