Londres
Dictadura adolescente
Ha pasado de ser una etapa vital algo bochornosa a un estado de rebeldía permanente: los jóvenes llegan antes a la adolescencia y la abandonan más tarde inspirados por ídolos osados y subversivos
Ha pasado de ser una etapa vital algo bochornosa a un estado de rebeldía permanente: los jóvenes llegan antes a la adolescencia y la abandonan más tarde inspirados por ídolos osados y subversivos
Julio de 2014. En el barrio de Dalston, el corazón palpitante de la cultura alternativa de Londres –nombrado por «The Guardian» como «el lugar más cool de Gran Bretaña»–, una joven con peto vaquero y sandalias «birkenstock» sorbe su frappuccino mientras se hace un «selfie» para subirlo a su cuenta de Instagram plagado de «hashtags». Se detiene delante del escaparate de moda e, inspirada por una enorme valla publicitaria que muestra a una desafiante Cara Delevingne haciendo un gesto obsceno al moderno viandante, decide ladear su gorra, sacar la lengua e imitar a la modelo a la que tanto admira. No tiene más de 15 años, pero camina con grosería hacia su «loft» y, tras atravesar las cortinas de cuentas de colores que custodian su sacrosanta habitación, mira hacia sus paredes, plagadas con pósters de sus ídolos. Contempla a Lorde, esa genuina cantante con cierto aire gótico que, sin haber alcanzado la mayoría de edad, ya exhibe en la repisa de la chimenea (o del vestidor) 18 premios internacionales y ha sido nombrada como la adolescente más influyente del mundo por la revista «Time», y a sus adorados One Direction, cuyas tiernas caras barbilampiñas aparecen manchadas con los labios de unas cuantas niñas adolescentes que sueñan con besarlos en la vida real. Y la joven se pregunta cuál de los dos quitará para hacerle hueco a Lottie Moss, «The Heir». «La Heredera» no es otra que la hermana de la incombustible Kate, que a sus 16 años ya ha conseguido un contrato millonario con la agencia de modelos Storm y ha entrado pisando fuerte en la vida de millones de «teenagers» que se preguntan por qué no pueden ser ellas las protagonistas de la nueva campaña de Calvin Klein. En ese momento, suena su móvil: la notificación de 38 «likes» en su foto la lleva a reafirmarse en su estilo rebelde y desenfadado.
«La adolescencia es parte de un proceso de maduración del ser humano caracterizado por una transformación puberal (supone un periodo de cambios físicos, emocionales, afectivos y sexuales), que requiere de apoyos y recursos psicosociales para alcanzar metas como la elaboración de su identidad y el planeamiento y desarrollo de un proyecto de vida satisfactorio. Pero es algo más que estos cambios: se trata de un periodo vital relacionado con situaciones de rebeldía, con el aferramiento a símbolos (como los ídolos), con la identificación con el grupo de iguales, con la crisis de identidad...». Así explica José Antonio Martín Herrero, psicólogo y antropólogo de la Universidad de Salamanca, la salida del adolescente del núcleo familiar para buscar nuevos espejos en los que reflejarse. Y es ahí donde aparecen los ídolos o lo que en sociología se conoce como los prescriptores. Lottie Moss se ha convertido sólo en el último fenómeno de una tendencia que mueve masas –además de millones de euros–: lo que estos ídolos hacen, dicen, escuchan o visten se convierte, al instante, en una tendencia masiva que arrasa, en muchas ocasiones, con los cánones establecidos.
«Believers» VS. «Directioners»
Compartir un modelo de referencia supone, para los jóvenes en estas edades, un sentimiento de pertenencia a un grupo que «les hace más fuertes, ya que se pueden constituir en ideales, iconos culturales que hacen surgir cierto tipo de sentimientos de unicidad», añade Martín Herrero. «Compartir un ídolo acentúa aún más los vínculos interdependientes con los iguales y les separa aún más de las personas adultas (el mundo hacia el que caminan y quieren cambiar) y de los niños (el mundo de la infancia del que provienen, y que quieren abandonar cuanto antes)». Con la influencia de las redes sociales se ha radicalizado el fenómeno fan, que ha derivado en verdaderos «ejércitos» de seguidores. Aparecen aquí los «directioners» –firmes seguidores de los cinco componentes de One Direction–, los «believers» –fans de Justin Bieber y «creyentes» en la omnipotencia del conflictivo cantante– o los «selenators» –aquellos que idolatran a la cantante Selena Gomez, novia a intervalos del anterior y exitosa cantante–. Cada grupo tiene su nombre, su vocabulario, sus señas de identidad, su código. Muchos de estos ídolos han salido de la maquinaria Disney, como Miley Cyrus (han corrido ríos de tinta sobre la sexualización de la joven de la lengua fuera, que exhibe en sus conciertos penes hinchables, ingiere drogas en directo o perpetra obscenos movimientos con sus compañeros de escenario), Demi Lovato o Vanessa Hudgens. Ellas suponen un ejemplo para muchas jóvenes al abandonar la candidez de la infancia para buscar su propia identidad y personalidad, muchas veces demasiado pronto. «La adolescencia parece que empieza cada vez antes y acaba cada vez más tarde (hoy hablamos de la «adultescencia»). Las niñas abandonan antes el mundo infantil y ya no se fijan en las princesas, Barbie y Monster High, sino que buscan referentes en cantantes como Rihanna (rebelde por excelencia, tanto en imagen como en el contenido de sus canciones) o Abraham Mateo (con su famosa canción "señorita", esas señoritas que ya quieren ser nuestras hijas)», apunta Martín Herrero. Superada la primera infancia, el ideal pasa a ser una adolescente triunfadora, sexy y popular. Tras este cambio subyace el fenómeno conocido como KGOY –«kids getting older younger»–, porque, como señala la psicóloga infanto-juvenil Ana de Andrés, «antes, la entrada en la adolescencia era más tardía; ahora crecen más rápido. Rechazan los dibujos animados y los cuentos porque les parecen de bebés, y se enganchan a series que les ofrecen modelos de interacción social y estereotipos que ellas quieren imitar».
La tendencia dentro de nuestras fronteras parece ser la importación de ídolos extranjeros. Con la globalización y la interactuación que permiten las redes sociales, las barreras han desaparecido, y la falta de programas de televisión específicamente dirigidos a este segmento de edad han provocado una ausencia de ídolos nacionales. Las jóvenes de hoy en día buscan referentes en actrices como Úrsula Corberó, Adriana Ugarte, Clara Lago o incluso Paula Echevarría, todas con edades y enfoques distantes de la adolescencia, y aunque en el plano nacional siguen teniendo ídolos adolescentes como los componentes de Auryn (el equivalente español de One Direction), las chicas de Sweet California o algún que otro concursante de programas y «realities» como «La Voz» o «Mujeres, Hombres y Viceversa», lo cierto es que «Los Serrano» de hace unos años han sido sustituidos por las protagonistas de «Pretty Little Liars» y «The Vampire Diaries». Lo que sí ha conseguido encontrar un espacio propio en España ha sido el mundo «blogger». Así lo explica Claudia, cuyo blog, Love Lock by Claudia, es uno de los más seguidos entre las «teen»: «La gente que me sigue tiene entre 13 y 14 años. He pasado de leer a Federico Moccia a interesarme por Carlos Ruiz Zafón y la música alternativa como Crystal Fighters, The Kooks, Bastille o Love of Lesbian». Destaca que aunque los más conocidos blogs son internacionales, como Flower Violet, Tuula o Tavi Gevinson, hay dónde elegir en lo patrio: «Los indispensables serían Dulceida, Amlul, Lovely Pepa o Collage Vintage». La iniciativa de ganar poder y notoriedad a través de las plataformas sociales la han sabido explotar las «Teen Bloggers», un grupo de 25 adolescentes que decidió unirse y que hoy es referente en el mundo «trendsetter» de las jóvenes. «Tanto a nosotras como a nuestros miles de seguidores nos gustan Dani Martín, Anni B Sweet, Andrés Suárez o Pablo Alborán», explican a LA RAZÓN. Aunque ellas, como tantas adolescentes, seguirán bailando al ritmo de Pitbull y Beyoncé, leyendo «50 sombras de Grey» o acudiendo al cine a ver «Bajo la misma estrella».
Negocios para menores de 18
La música, el cine y la literatura son un campo cada vez más orientado al potencial adolescente. En el caso de la industria musical, el pop no cumple los 18 mientras escala y copa las listas de éxito: bandas como One Direction están enfocadas a captar a los menores, lo que conlleva fenómenos como el «motherfan», que designa a las madres que acompañan a sus hijos mientras acampan para ver a su artista favorito. También los novelistas que escriben para jóvenes (las Young Adults Novels) están tomando el poder del medio, como James Patterson, que adaptará su exitosa saga «Maximum Ride» en Youtube en vez de a las salas de cine, cuyas sagas protagonizadas por público juvenil arrasan.
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