Muere Sara Montiel
Empieza el cortejo fúnebre por los platós de los ex de Sara
Comienza el despiece mediático de quien fue –esta sí– nuestra actriz más internacional, un rostro irrepetible del cine español. La leyenda continúa, aumenta y se desmadra con comentarios televisivos surrealistas.
Comienza el despiece mediático de quien fue –esta sí– nuestra actriz más internacional, un rostro irrepetible del cine español. La leyenda continúa, aumenta y se desmadra con comentarios televisivos surrealistas. Son casi tan delirantes como, cosas de la vida, la obra del elefante de patas largas de Dalí que Sara Montiel tenía en su colección de arte. Ella sabía comprar, escoger y combinar algo tan clásico como al bucólico Palmaroli con los gatos de Miguel Barceló –al que Pepe Tous tuteló en el diario palmesano «Última hora» cuando el ahora grande de la pintura empezaba–. Los adquiría a precio de saldo.
Zeus y Thais van tirando, aunque la niña con peor ánimo y algún que otro bajón –comprensible–. Van a mandar un comunicado agradeciendo al Ayuntamiento, a Ana Botella, a los medios de comunicación y a los fans el apoyo y dolor demostrados durante la despedida a Sara en el cementerio de San Justo. Ella ya está con su madre, a la que siempre llamó por su nombre de pila, María, como Terelu hace con María Teresa Campos. También junto a Elpidia, muerta hace siete años. Ocupan el mismo hoyo, como en vida compartieron la intimidad hogareña, ahora tan perturbada por las elucubraciones y los disparates.
Una casa de orgías
Si uno opta por creer a los tertulianos y comentaristas, su ático de Núñez de Balboa ha sido un centro neurálgico de escándalos, orgías, botellones y un mal rollo permanente. Allí, dicen, volaban los cuadros expuestos y los amigos de Zeus hacían rapiña con las monerías expuestas en una especie de mercadillo. Incluso dicen que la estrella tenía cáncer y que por eso deseaba raparse al cero. Cuánto desconocimiento. Sus hijos prefieren ignorar tanta desfachatez supuestamente informativa. Bastante tienen con el dolor, ay, de perder a mamá. Ya empieza el cortejo fúnebre por los platós: ya conté que Giancarlo Viola lo planea, que Maruja Díaz debió salir en el último «Sálvame de Luxe» y que Toni Hernández no convenció en su previa con Carlota Corredero, directora del programa. Pero insistirán mientras se apuran los 20 días para abrir el testamento.
Giancarlo sigue manteniendo una buena relación con los hijos de su amada y hace poco comió paella en la casa. Thais le dijo: «Es tu casa, llévate lo que quieras», y él escogió la réplica en miniatura del busto desnudo que salía en «Noches de Casablanca». Thais comentó que Maruja Díaz ya ha pujado por los joyones. Hay pocos collares de esmeraldas y brillantes como el de Sara o como su ancho brazalete art-decó tallado también en esmeralda –«para que no os engañen los subastadores», les dijo a sus niños–. Pasó con Lyz Taylor, Victoria Eugenia y otras y ahora toca con las que tanto ornamentaron a Sara.
Y, mientras, la revista «Tiempo» regalará su filmografía completa, incluyendo los tres Martín Corona mejicanos que demuestran que lo de cantar cuplés no fue casualidad, sino el resultado de una trabajadora inagotable: trece películas en cuatro años. Tengo un CD casi inédito: incluye el «Tipi Tipi» de «Mariona Rebull», la «Vareda Tropical» que exaltaba a Fernán Gómez, la canción del «Olé» que sale del corazón o «Para el carro», inmortalizada primero por su admirada Imperio Argentina, a la que Sara siempre llamaba familiarmente Malena. Qué grandeza. Ya no las hay como ella.
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