Opinión

Los sábados de Lomana: Tiempos modernos de aburrimiento

Carmen Lomana pura elegancia en su cuenta de Instagram.
Carmen Lomana pura elegancia en su cuenta de Instagram.@carmen_lomana

Lo que estamos viviendo con el Covid y sus diferentes variantes como esta nueva modalidad llamada Ómicron nos tiene hasta la coronilla. Pones la televisión y es un bombardeo de repetitivas novedades que siempre son las mismas desde hace dos años: número de contagios, gravedad y número de muertos, que, por desgracia, ya no interesan a nadie a no ser que tengas la mala suerte de que sea algún amigo o familiar. Ahora, la OMS que vive bombardeándonos con noticias contradictorias nos informa que en las próximas semanas se contagiará media Europa; ¿y la otra media, cómo estará? ¿En cuarentena? Porque lo más probable es haber estado en contacto con alguien de esa mitad. El panorama, visto así, es bastante desolador teniendo en cuenta que al menos en nuestro país más del noventa por ciento están vacunados; la mayoría con las tres dosis, pero tenemos la sensación de que algo nos han ocultado, o nosotros no llegamos a entender, excepto lo que machaconamente nos repiten, que sin esas vacunas moriríamos. Yo, por si las moscas, me he puesto las dos de Pfizer y la gripe que llevo 10 años sin dejar de ponérmela y es muy probable que eso me haya ayudado a no contagiarme nunca, unido a inyectarme un vial de vitamina C y B12 en vena, tomar Zinc y vitamina C todos los meses desde que empezaron a comentar el nuevo virus y al poco tiempo nos confinaron.

Lo único que sé es que no sé nada. Procuro tomar algunas precauciones, alimentarme bien y hacer una vida normal. No dejo de ir al teatro, ópera, restaurantes, tener pequeñas reuniones y estar lo más ventilada posible. No quiero lugares pequeños y cerrados. Me impresiona cuánto se ha confundido a la población con triunfalismos tipo «ya hemos vencido al Covid», España esté vacunada y a salvo, como comentaba nuestro presidente en uno de sus triunfalistas discursos. La gente se lo creyó y se lanzó a la calle a pasarlo bien olvidándose de mascarillas, distancias, etc... Normal. Siendo ahora, según nos informan, el país con más transmisión de Europa. Conozco más de un caso en alguna familia que el único que está confinado en una habitación es el no contagiado, el resto de la familia deambula por la casa a sus anchas ya que todos son positivos. Pero lo que ya es desternillante es escuchar la nueva modalidad de Podemos negando las palabras de Garzón y sus despropósitos sobre nuestros productos cárnicos. Todo es un bulo, dicen, aunque les plantes en mitad de su cara el periódico «The Guardian» con las «perlitas» del ministro.

Estos primeros días del año, como les decía, me aburren soberanamente las noticias. Hasta el tenista que todos admirábamos Novak Djokovic nos está mareando con sus caprichos y mentiras respecto a sus no vacunas y con querer que el Gobierno australiano le deje hacer lo que le da la real gana porque nos ha salido negacionista y no quiere vacunarse. Está en su derecho, pero también están los demás para hacerle cumplir las leyes y normas de un país. Tan pesadito se ha puesto el serbio que hasta sus fans han dejado de apoyarle. Su familia lo único que ha conseguido con sus panfletos y salidas de tono ha sido perjudicarle ante la opinión pública. Así están las cosas. Lo mejor que podemos hacer es tomarlo con calma con ese dicho tan inglés, «take it easy»...

Mañana iré al renovado Lardhy a tomarme su especialidad, un buen cocido madrileño y de postre un suflé, el mejor antídoto contra las amenazas que nos rodean, incluida la codicia de Hacienda que va a terminar con todos los que trabajamos para mantener a un ejército que no pega palo al agua. Ya estamos de pleno en un mundo orweliano... nos estamos dejando vencer y ya no hay vuelta atrás.