Ginebra

La Familia Real, sin tarde de cine

Las Infantas Leonor y Sofía, en septiembre
Las Infantas Leonor y Sofía, en septiembrelarazon

Ocurrió el domingo cuando se les esperaba a la sesión de las cinco de la tarde en los céntricos Cines Ideal frente al Teatro Calderón, plaza de Jacinto Benavente, antiguo reducto de los grandes espectáculos de copla. Allí eran habituales desde Lola Flores hasta Manolo Escobar pasando por Valderrama o el Príncipe Gitano. Sirvió el debut como figura de Luisa Ortega, hija del gran Manolo Caracol, que estrenó ese «¡Ay pena, penita, pena!», que popularizó Lola Flores, más que amiga de su padre. El domingo, la «pena, penita, pena» se hizo extensible al público, que, ilusionado, esperaba compartir sesión fílmica con la plana mayor de la Familia Real, a excepción del Rey. Iba a encabezar la cita Doña Sofía y se esperaba a Letizia con sus niñas, las rubias y cada día más encantadoras Infantas. También a la Infanta Elena, ya concuentona, con Froilán y Victoria; rematando con la Infanta Cristina y Urdangarín, llegados el viernes no sólo para las fiestas navideñas sino para estar al lado de su hermana en el cumpleaños zarzuelero. Una cita que esta noche –o así está previsto– repetirá la familia, bien distribuida en torno al bufet con pavo y turrones para evitar los típicos roces de cualquier familia normal. Acaso comenten aliviados ante la esperanza de que «en enero se zanje lo relacionado con el caso ''Nóos''». Algo que se aguarda en medio de la comprensible expectación, similar a la provocada por el anuncio de su visita al Ideal. Los Príncipes suelen aparecer durante los créditos buscando un imposible anonimato, más difícil de lograr cuando les apetece ver algo de la variada cartelera de los Renoir de Princesa, por donde siempre se escurren por la salida de emergencia. Acaso también la hubo en este esparcimiento colectivo levantador de expectativas como ya ocurrió hace un año cuando la Reina, como sin conocernos, escogió ver «Sonrisas y lágrimas», título que sonó a demasiado oportuno. Entonces se concentraron curiosidad y aplausos en el Coliseum, que conozco bien. Es edificio de gran raigambre escénica en cuyos pisos vivieron Concha Piquer , Tina Gasco y Fernando Granada y actualmente ese defensor de la Gran Vía que es Alfredo Amestoy. Desde su noveno piso sufre con la degradación de lo que debería ser un ejemplo de conservación y ni se asoma a la ventana por los olores a pescado que le llegan desde el mercado de Los Mostenses. Su cuestionada limpieza convierte aquello en algo parecido a la Mariña Coruñesa o el Berbés de Vigo. ¡Cuántos olores inaceptables! Como la espantá repentina de tanto Borbón callejeando. Los medios fueron citados una hora antes. Sólo cierta Prensa, pero no toda la habitual, siguió a la Familia Real, también hay excepciones –que no existieron en tiempos de los inolvidables Alberto Aza, Sabino Fernández Campo y Fernando de Almansa–. Poco antes de la llegada prevista, los periodistas fueron dispersados con un «no vendrán». Se comentó alguna tirantez surgida a última hora. Quizá eso propició la no concurrencia. El 28 los Urdangarín marchan al norte y de allí continuarán a Ginebra, desde siempre exilio dorado. Esta noche esperan que la fiesta acabe en paz. Buena voluntad no les falta. A ver.