Arte, Cultura y Espectáculos
Blanca Cuesta: una guía con arte en Arco
La esposa de Borja Thyssen visita con nuestro diario la Feria tras su éxito como pintora; ya ha vendido siete de sus obras desde que en junio exhibió la primera
Visitar Arco es siempre una aventura apasionante e indescriptible, como muchas de las obras que allí se muestran, pero hacerlo con una artista «amateur», un reputado pintor y un hombre que lleva de apellido Thyssen la convierte en un divertido viaje artístico. LA RAZÓN coincide con Blanca y Borja en la Feria de Arte Contemporáneo y amablemente aceptan que les acompañemos por las diferentes galerías y comentar las obras que este año se muestran en Ifema. Acaban de llegar. Ha sido una semana intensa para Blanca, así que antes de comenzar el recorrido se toma un café para coger fuerzas. Acaba de participar en Art Madrid, donde ha sido la primera en vender una obra. «La ha adquirido un importante coleccionista de arte», comenta mientras asegura que no han querido desvelarle el nombre del susodicho.
La ruta de los Thyssen
Sí, Blanca parece decidida a volcarse por completo en la pintura: «Lo llevo haciendo mucho tiempo, siempre me ha llamado la atención, pero hasta ahora prefería guardarlo para mí. Quizá lo hacía para evitar que la gente dijera ciertas cosas, pero lo cierto es que todo tipo de críticas pueden ser constructivas. Así que ahora estoy segura con lo que hago», dice con voz firme. Su primera parada, la galería The Goma. Allí, Pedro Sandoval, pintor, amigo del matrimonio y maestro de Blanca, es quien explica a su alumna la técnica de una de las obras en blanco y negro de Pablo Jansana. «Está realizado a base de la fusión de varios materiales como la resina o los aluminios; fíjate en los cromatismos», incide el maestro mientras Borja observa orgulloso la pasión que su esposa pone en la pieza.
Este tipo de excursiones artísticas es algo frecuente en la vida de Blanca y Borja; de hecho, aseguran que ya están planificando «una escapadita» al Museo de la Cartuja de Sevilla, por supuesto, acompañados por Sandoval. «Las clases que imparto con Pedro son prácticas y teóricas, así es como realmente se aprende. Además de enseñarme técnicas y trucos de pintura, visitamos muchas muestras pictóricas. Me gusta empaparme de arte», asegura Blanca. El recorrido por Arco continúa entre los curiosos que se percatan de la presencia de la pareja, les miran y comentan, pero Blanca y Borja siguen a lo suyo. «He descubierto un mundo que antes ya me parecía bonito, pero que ahora me lo parece aún más», confiesa Blanca, quien desde junio ya ha vendido siete de sus obras. La primera fue en Casa de Vacas de Madrid; otras cinco, en una exposición que realizó en Illescas y la última, esta semana en Art Madrid, donde ha participado gracias al apoyo de su mentor. Eso sí, los precios de sus cuadros (oscilan entre 2.000 y 4.000 euros) todavía no alcanzan cifras estratosféricas, «pero tengo claro que todo lo que gane con ellos lo reinvertiré en arte y en materiales para elaborar mis pinturas», explica Cuesta.
¿Cuáles son las influencias de la mujer de Thyssen? Lo suyo es el neoexpresionismo abstracto y, por lo tanto confiesa que lo que más le ha marcado ha sido el movimiento de la Escuela de San Francisco y de Nueva York. Prefiere no dar nombres concretos, pero, ante la insistencia, su maestro y ella coinciden en que Willem de Kooning, Jackson Pollock y Twombly son los más significativos. «Me gusta leer y ver lo que hacen los grandes de la pintura y luego yo probar. De hecho, rompo muchos lienzos y me desespero, pero Pedro me dice que es parte del proceso creativo», aclara la artista novel.
Guiados por los Thyssen llegamos a Juana de Aizpuru, donde Blanca encuentra su obra favorita: se trata de un lienzo de grandes dimensiones firmado por Albert Oehlen que Blanca inmortaliza con su móvil. «Luego en el iPad los analizo y aprendo», explica. ¿Su precio? 300.000 euros. «Muchos cuadros míos tengo que vender para poder comprarlo», bromea. «Fíjate en cómo está elaborado. Ha utilizado los dedos para esparcir la pintura sobre el lienzo», le detalla Sandoval. Entre la galería de Lelong, Max Estrella, las fotocopiadoras derretidas y a los arriesgadas piezas de T-20, Borja explica que la pasión por el arte de ellos dos también la han heredado sus hijos, aunque es Sacha quien desde pequeño mostró especial interés. A distancia, Blanca señala un Botero que alberga Marlborough. Precisamente, este miércoles el matrimonio visitó dicha galería madrileña para participar en el acto que anualmente Ruinart organiza en este espacio, que este año contó con la colaboración solidaria que Abraham Lacalle realizó a beneficio de la Fundación FashionArt Institute.
Hay quien piensa que esta faceta de Cuesta es puro capricho o moda pasajera, pero ella insiste en que siempre ha sido su pasión y que va en serio. «Se habla demasiado». Incluso, los más desconfiados vierten bulos al asegurar que quien compra sus obras es su esposo. Él ni se molesta en desmentirlo, prefiere tomárselo a risa; parece que ya estén acostumbrados a que se inventen todo tipo de informaciones sobre ellos. «Como decía Buonarroti, toda buena obra debe de dar la sensación de que está hecha sin esfuerzo», le remarca el maestro a su pupila mientras pasean por Espacio Mínimo. A lo que ella añade que antes había muchos cuadros de los que decía: «Esto lo hago yo. Pero más tarde comprendí que lo que parece fácil es lo más difícil». Para ella, el 50% del arte es «corazón» y el resto, la técnica, e insiste en que para gustos, los colores.
Nuevos proyectos
¿Piensa Blanca en la posibilidad de en un futuro ver alguna de sus obras en Arco? «¡Por supuesto! Me encantaría ver aquí mis cuadros y lo quiero intentar. De pequeña aprendí que no se debe pensar que nada es imposible. Me ha costado lanzarme, pero ahora voy a llegar hasta el final», afirma.
Para quienes desconfíen del prometedor futuro de la esposa de Thyssen como pintora, que apunten en su agenda: tendrá una exposición individual el próximo otoño en la galería madrileña Victor i Fills y también prepara un interesante proyecto para realizar una muestra en Mónaco.
«Fue Borja quien me animó a exponer mis cuadros»
Borja Thyssen está muy orgulloso de su esposa y se le nota en la mirada mientras la observa hablar con Pedro de las diferentes corrientes artísticas. Además, junto a ella ha vivido cómo es el proceso creativo de un cuadro, desde el principio. «Yo siempre he visto la obra colgada en la pared y gracias a ella, ahora la miro con mucha más perspectiva», afirma. Además, ambos comentan que a su esposo todavía le resulta curioso el ver piezas de Blanca expuestas en una muestra. «Borja fue quien más me animó a exponer mis cuadros. Le encantaron desde el primer momento y me ha apoyado mucho. Eso sí, también es muy crítico, cuando no le gusta algo de lo que hago no tiene problema en decírmelo claramente, y yo se lo agradezco; me gusta saber su opinión. A veces no tiene ni que verbalizar lo que piensa, su cara lo dice todo», confiesa.
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