La Razón del Sábado
Doña Letizia ya es independiente
Nueve años después de la boda real, la Princesa de Asturias encuentra su sitio
Cuando el pasado 16 de mayo, seis días antes del noveno aniversario de su boda, la Princesa de Asturias intervino en el seminario sobre lengua y periodismo en San Millán de la Cogolla para decir que «la crisis tiene su propio lenguaje y su utilización puede ser también intencionada», Doña Letizia intuía que su afirmación iba a crear una cierta polémica. Pero no le importó. Desde hace ya un tiempo, la Princesa se hace cargo con todas sus consecuencias de las actividades que le asignan los responsables de la Casa del Rey y rechaza de plano un simple papel de «florero» que por mentalidad y convicción no quiere desempeñar en modo alguno.
Muy atrás queda, por tanto, la imagen de Doña Letizia durante los dos primeros años de casada, cuando se limitaba a ser la acompañante del Príncipe, siempre en un segundo plano y sin protagonismo alguno. Lo que sorprendía a todos los que la habían conocido en su faceta periodística, en la que había destacado por su desenvoltura y espontaneidad ante las cámaras. A esa etapa le siguió una de tímidas y puntuales apariciones en solitario, en la que daba la impresión de que Zarzuela empezaba a confiar poco a poco, pero muy lentamente, en su capacidad de representar de forma correcta a la institución de la Corona.
Los menos criticados
Es indudable que la figura de la Princesa Letizia ha ido ganando terreno con el paso de los años y se ha convertido en la actualidad en un activo importante de la Monarquía. De ahí que ahora los Príncipes coincidan menos en público y cada uno se dedique a cumplir con sus propios actos en los que cada cual es protagonista sin que el uno ensombrezca al otro. Eso hace que la Princesa se sienta más cómoda, dentro de un proceso similar por el que pasó en su día la Reina, cuando asumió su papel de embajadora de la cooperación española en el exterior. No hay duda de que los Príncipes han sabido capear el temporal de la crisis que ha conmovido los cimientos de la institución monárquica en los últimos tiempos. Su lema es sencillo: seguir con su trabajo con más empeño que nunca y mantener una distancia absoluta con Iñaki Urdangarín y la propia Infanta Cristina. La pareja ha logrado, gracias a su cuidadosa estrategia, no contaminar su imagen al evitar aparecer en público junto a ellos desde que surgieron las primeras noticias que incriminaban al duque de Palma en actuaciones irregulares de carácter económico y financiero. Todo ello ha contribuido a que el heredero de la Corona y su familia permanezcan de alguna manera a salvo de la ola de críticas que se ha desatado contra la Casa Real en los últimos tiempos.
Unos padres volcados con sus hijas
En lo que siempre han estado de acuerdo los Príncipes a lo largo de su matrimonio es en la atención primordial que quieren prestar a sus hijas y en ejercer de padres responsables. Don Felipe y Doña Letizia son partidarios de cuidar y educar directamente a las Infantas Leonor y Sofía, las llevan y las recogen ellos mismo del colegio, procuran estar con ellas a la hora del baño y supervisan directamente sus deberes escolares. Participan con gusto en las actividades que el colegio Santa María de los Rosales organiza de vez en cuando para fomentar la relación entre los padres de sus alumnos y siguen con su criterio inflexible de proteger la intimidad de las niñas para que vivan una infancia lo más normal posible. La privacidad y el derecho a la intimidad es sagrada, especialmente para la Princesa.
Como pareja, todo parece indicar que su relación es sólida y se ha afianzado con los años. Después de tres trienios, el matrimonio ha salvado los escollos de los primeros siete años de convivencia que los psicólogos consideran determinantes. Es cierto que los Príncipes aparecen a veces por separado, ella en restaurantes o conciertos con sus amigas, él en las pistas de esquí o con compañeros de sus tiempos de regatista. Probablemente han pactado tener su propio espacio además del tiempo de ocio que sí comparten con amigos comunes. Algo que está a la orden de día de cualquier matrimonio. Lo importante es seguir juntos en la empresa que tienen por delante, mantener ese tándem que formaron hace ahora nueve años y que está por encima de todo lo demás. Seguir siendo un proyecto y una esperanza de futuro.
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