Miami
«Rechacé fortunas y me casé con el más pobre»
María José Nieto / Vedette
Fue un símbolo sexual en los 80, eran legiones los que soñaban con su cuerpo aquí y en América, pero a ella nunca le turbó mucho eso. María José Nieto me aclara en seguida que estaba acostumbrada a que se la merendaran con los ojos desde jovencita: «Una se acostumbra a ser deseada como a ser rubia o castaña, siempre he andado quitándome a manotazos los moscones de encima; acabas no dándole importancia». También es verdad que era una vedette a una madre siempre pegada, una chica «mírame y no me toques», una alumna de colegio de monjas sobresaliente en pudor, dice.
–¿Vedette y pudorosa?
–Sí, ¿por qué no? Es un sello que me quedó para la toda la vida. Del colegio de monjas sales o muy pudorosa o cabra loca. Yo salí pudorosa.
–Estudió ballet, baile clásico español, danza moderna y hasta el arte de las castañuelas con Lucero Tena. ¿Con qué soñaba entonces?
–Con estar en un escenario. Según mi madre, nací bailando. La niña que bailaba de puntas en un spot de la canción «Candilejas» de Julio Iglesias era yo.
–Y acabó en la revista. ¿Era lo que quería?
–No eliges tú los caminos, los caminos te eligen a ti. Surgen y te llevan.
Iba a los concursos de belleza locales (Miss Autoescuela, Miss Guapa con Gafas, Miss Pirandello) por los premios. En uno de ellos la descubrió Luis Sanz, debutó con «Las Leandras» y se adentró en un mundo nuevo. Hizo más de veinte revistas. «Celia Gámez me dijo que nadie había hecho el "Pichi"como yo». Antes había bailado flamenco para el Sha de Persia en Teherán, y en Las Vegas acompañando a Serranito, y en Berlín antes de que se desplomara el muro. Juan de Ávalos, el escultor del Valle de los Caídos, la vio un día en el valle de los levantados y dijo que era sin duda el mejor cuerpo de España. Y la frase figuró en algún cartel.
–Pero no hizo mucho cine...
–Me pilló el destape y yo no quise hacerlo. «Pero si todo el mundo lo hace, hasta Sofía Loren, no seas tonta», me decían los productores. Y yo: «Pues lo hará la Loren, pero yo no». Creo que era la más recatada de aquellos tiempos. Una cosa es la picardía, salir ligera de ropa, y otra desnudarse.
–Trabajó mucho en América...
–Sí, en Costa Rica, Panamá, Paraguay, Miami, Chile... Sobre todo en Chile. Allí he sido y soy un símbolo sexual. Gente muy importante quiso casarse conmigo; rechacé grandes fortunas, hoy podría tener más que la Thyssen, y al final me casé con el más pobre. Pero soy feliz, estoy bien conmigo misma. En paz.
–En Chile la llamaron Maripopi, por su trasero. ¿El «popi» es lo mejor que hay en usted?
–Lo más importante de mi cuerpo es mi corazón y mi cabeza. No sé por qué mi «popi» ha causado tanto revuelo: nunca lo meneé mucho, siempre lo mostré elegantemente, sin mala intención. Pero ahí iban todas las miradas.
Dalí lo vio, el «popi», y la quiso pintar de espaldas, desnuda. La llevó a cenar a Zalacaín y le rogó de rodillas que posara. María José no quiso. «Creo que me asustó: un tío con aquellos bigotes y aquella mirada de ojos saltones hablando toda la noche de los pliegues del culo; nunca había oído hablar tanto del culo ni sabía que tuviera tantos pliegues. Fui tonta, hoy tendría un Dalí, porque me ofreció una copia». No conoce frustraciones: «Si no he llegado más lejos es sólo porque no quise; nunca fui ambiciosa. Eso sí: me hubiera gustado hacer más musicales y mejor cine: el que me tocó fue malo». Se retiró en 2006 para cuidar a su madre enferma.
–Ha dicho que es una monja de clausura comparada con las chicas de hoy.
–Sí, claro. Están muy lanzadas. No lo critico. Yo nunca fui así. A los 18 años, ¿se acuerda?, yo le dije que llegaría virgen al matrimonio. No fue así, pero ésa era mi intención. Ya sabe: una no elige los caminos...
–¿Y cómo se ve ahora ante el espejo?
–Bien. Unas cosas están peor y otras mejor, pero ahí están. La ley de la gravedad no perdona a nadie, aunque ahora hay inventos para levantarlo todo. Lo peor de envejecer es la cantidad de seres queridos que faltan en tus cumpleaños. Se ha ido mucha gente a la que quiero. Yo puedo vivir sin sexo, pero no sin el cariño de la gente.
Se casó hace 28 años y no ha tenido hijos. Posee una empresa de regalos publicitarios y de promoción y es delegada para la zona norte de Madrid, Ávila y Segovia de una empresa de neumáticos, «un negocio que marcha sobre ruedas», dice riendo. Vive al día, cree que si piensas mucho en el futuro, acabas no viviendo el presente. «Y eso sí que es malo».
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