Sara Montiel
Thais: «Mi madre murió en mis brazos»
Abatida por la muerte de Sara Montiel, dice que «no estaba arruinada» y que ella y Zeus son los herederos universales
Cuando la llamé el pasado 10 de marzo para felicitarla por su 85 cumpleaños, Sara Montiel me dijo, convencida, que «me queda mucha vida por delante, estoy sana, tengo una salud de hierro, mis hijos me quieren, la vida es muy generosa conmigo». No quería escuchar la palabra muerte, huía del término fatal y se limitó a confesar que «mi único temor es al sufrimiento, a irme con fuertes dolores; yo lo que quiero es que el día que me llegue la hora, que sea todo rápido, sin dolores y sin penas, no quiero enterarme de nada». Y su muerte fue como ella deseaba: rápida y sin sufrimientos.
Minutos antes de su fallecimiento, se encontraba con su querida Ana, la mujer que ha estado a su lado y a su servicio en los últimos diecisiete años, la compañera fiel y la confidente incondicional. Sara se lo contaba todo, no tenía secretos para ella. La noche anterior a su muerte, la segunda ayudó a la primera a hacer la maleta que se llevaría al día siguiente a Oviedo.
Sara murió un lunes por la mañana, a primera hora, poco antes de las diez, y según nos cuenta Thais en el mismo velatorio, a escasos metros de donde descansa el ataúd con los restos mortales de su progenitora, «la noche anterior estuvimos viendo películas hasta las dos de la madrugada. Primero puso un vídeo, pero no le gustó, y decidió conectar con TVE, porque ofrecían la película ''Siete almas'', de Will Smith. Cuando acabó volvió a poner el vídeo anterior. Me dijo que le había entrado sueño y me fui a mi habitación. Estaba muy tranquila y debió dormirse enseguida».
–Ana la llamó a primera hora de la mañana del lunes porque su madre se sentía mal...
–No respiraba bien, se encontraba mal, y quería cambiar el billete de avión a Oviedo, a ver si había un vuelo por la tarde.
–Apenas pudo estar con ella unos minutos.
–Sí. Todo fue muy rápido. Se desmayó y no pudimos reanimarla. Prácticamente, murió en mis brazos, y en los de Ana. Es muy duro... En estos momentos me siento hundida, no me podía esperar su muerte porque la veía bien.
–Su madre no quería un entierro multitudinario. Era una diva, pero siempre manifestó que quería irse de este mundo en silencio.
–Ella siempre decía que el día que se muriera quería un entierro sencillo, sin capillas ardientes y esas cosas, algo íntimo, y que se la recordara como lo que era, una mujer buena.
En una segunda conversación con Thais, el viernes 12 por la mañana, nos confiesa que «no quiero saber nada de lo que están diciendo sobre mi madre. He hecho un vacío informativo hasta que me encuentre mejor. No quiero saber nada: ni lo bueno ni lo malo».
–Es que, precisamente, se ha comentado en un programa de televisión que entre su madre, Zeus y usted había muchas peleas...
–Sinceramente, prefiero que no me cuenten nada de eso. Porque no es cierto. Yo quería muchísimo a mi madre y me duelen esos comentarios. Es más, el teléfono lo tengo sin sonido para no cogerlo, y si lo he hecho contigo es porque lo tenía al lado y he visto que eras tú.
–¿Cuál es su situación laboral?
–Ahora mismo no trabajo. Dejé mi empleo porque mi madre me pidió que le ayudara en sus asuntos.
–¿Conoce ya el contenido de su testamento?
–No. Lo único que sé es que mi hermano y yo somos sus herederos universales. Hace unos años, mi madre me pidió que la acompañara para cambiar algunas cláusulas de su testamento y vi que nos dejaba como únicos herederos a nosotros dos. Nadie más.
–También se ha dicho que Sara Montiel estaba arruinada...
–Es mentira. Tenía pisos, joyas... No estaba arruinada.
–Creo que quería vender el ático en el que vive con su hermano.
–De momento seguiremos viviendo aquí. Dentro de un tiempo no sé si lo pondremos a la venta. En el futuro se verá.
–Ana está destrozada. Quería mucho a su madre.
–Pero nos tiene a nosotros. Es como una segunda madre para mi hermano y para mí. Nos lleva cuidando desde hace diecisiete años, imagínate. Seguiremos los tres juntos.
–Es difícil hacerse a la idea de que Sara se ha ido para siempre.
–Sí, muy difícil, pero no hay más remedio que vivir la realidad.
–Llevaba mucho tiempo sin verla y veo que ha engordado bastante...
–Bueno, pasé por una depresión y he cogido muchos kilos. Ahora tengo que cuidarme más y perderlos.
Está muy afectada, todavía no se ha hecho a la idea de que no volverá a verla: «Nos queríamos mucho, estábamos muy unidas». El 11 de mayo, Sara Montiel recibirá en Madrid un gran homenaje. Será en Las Vistillas, organizado por el Ayuntamiento . Además, la alcaldesa, Ana Botella, quiere dedicarle una calle a esta manchega universal.
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