Michelle Salas, cansada de ser la hija de...

No necesita padrino ni madrina alguna. Es más, reniega de ellos. Después de dos décadas sin apellido, Michelle Salas, la hija secreta de Luis Miguel -hasta que hiciera pública su paternidad en 2007- es reacia a utilizar su estirpe como carta de presentación. No por orgullo o rencor, sino porque en palabras de la propia Michelle a LA RAZÓN «mi apellido es un arma de doble filo. Ser de una familia de renombre no garantiza el talento y mucho menos el éxito». Y ella, si lo tiene quiere que sea por méritos propios. Así es como ha conseguido colarse en el mundo de la moda, su gran pasión.

A base de «tuits» y «posts», a sus 23 años, se ha convertido en una referencia bloguera en su país. No hay mexicana que se resista a seguir sus recomendaciones de estilo. Ni estadounidense o colombiana. Y es que @MichelleSalasB ha revolucionado a las «fashion victims» del otro lado del Atlántico, tanto que varias firmas y revistas ya han solicitado su colaboración. Éste es el caso de Pronovias y la publicación «¡Hola!», que han aprovechado el filón de la joven para acompañarla en su puesta de largo como modelo. Y aunque de pasar por el altar no quiere ni oír hablar, el traje de novia le sienta como un guante. «Ha sido una sensación increíble. Conozco desde hace tiempo a la familia Palazzi, tenemos una relación muy cercana pero posar para ellos me hizo sentir como una princesa», declara a este diario Salas, y añade: «Me apasiona la moda. Es un mundo vertiginoso. Nunca se detiene. Es un arte».

¿Futuro como cantante?

Lo cierto es que con o sin su apellido, en su currículum no faltan referencias. Cuenta con Carolina Herrera, como gran maestra. Junto a ella trabajó en su sede de Nueva York y quedó «hechizada con su manera de trabajar. De ella aprendí que la moda bien hecha se convierte en cultura», explica y añade: «Carolina es una señora espectacular. Tiene mucha presencia y personalidad. Pero lo más importante, es muy humana: me hizo sentir parte de su familia. Siempre le estaré agradecida». Aunque realmente su gran sueño es trabajar con Karl Lagerfeld: «Es un icono que vive por la moda y por el arte. Por trabajar con él sería capaz de todo... Siempre que no significara sacrificar a mi familia, eso no lo haría por nada del mundo». Y es que a pesar de vivir lejos de los suyos, a caballo entre Los Ángeles y Nueva York, no olvida sus raíces. «Mi familia es lo más importante que tengo en la vida. Deseo que estén orgullosos de mí. Sobre todo, mi hermana menor, tiene 15 años y siento que ahora soy un ejemplo para ella». Como lo es para Michelle su bisabuela, Silvia Pinal, prestigiosa actriz que, entre otros, estuvo a las órdenes de Luis Buñuel en Viridiana. «Me siento muy identificada con ella. Es una persona excepcional. Todo lo que tiene se lo ha ganado gracias a su esfuerzo». Tampoco faltan palabras de cariño para sus progenitores, de su madre destaca su sencillez, su dedicación como madre y su buen corazón; mientras que de Luis Miguel, su talento, su pasión y su elegancia.

Pese al nexo que la une a México, reconoce que se siente «muy a gusto en soledad. Me llevo muy bien conmigo misma, estoy acostumbrada a vivir en soledad y me ayuda para trabajar». Y este último, parece que no le falta. Entre sus proyectos futuros se encuentra la comercialización de una línea de ropa, de calzado y de gafas con su nombre. Eso sí, ante la pregunta de si se plantea seguir los pasos de su padre o su madre, confiesa: «De momento no. La actuación me gusta mucho pero si lo hago, quiero estudiar y estar preparada».

Una puerta abierta al amor

Su ritmo de trabajo vertiginoso no le permite ni un respiro pero reconoce que para el amor siempre deja «una puerta abierta. Siempre lo hay, aunque ahorita estoy enfocada en mi trabajo y disfrutar de las oportunidades que se me presenten». No faltan especulaciones sobre sus relaciones amorosas, incluso sobre su tendencia sexual. La última persona con la que se le ha relacionado es el modelo con el que aparece en la imagen.