Parlamento Europeo
Guy Verhofstadt: «La UE es la cura contra el cáncer nacionalista»
►El negociador del Parlamento Europeo para el Brexit y líder de los liberales reconoce que la UE necesita una reforma «radical» y que está en peligro si los europeos no toman las riendas de su destino. ► Ante la reticencia de algunos estados, el belga apuesta por una integración de socios «plenos» y otros «asociados»
El líder de los liberales en el Parlamento Europeo, ex primer ministro belga (1999-2008) y negociador del Brexit en representación de la Eurocámara es el máximo representante del federalismo europeo.
Hace unas semanas el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, presentó su Libro Blanco con cinco escenarios para el futuro de la UE. En la burbuja comunitaria, la última opción que apuesta claramente por unos Estados Unidos de Europa y que excluye soluciones a la carta sin medias tintas está asociada a un nombre propio: Guy Verhofstadt (Bélgica, 1953). El líder de los liberales en el Parlamento Europeo, ex primer ministro belga (1999-2008) y negociador del Brexit en representación de la Eurocámara es el máximo representante del federalismo europeo. Con una capacidad dialéctica e intelectual reconocida incluso por sus más acérrimos rivales, contestó las preguntas de LA RAZÓN antes de viajar a Roma para participar en la marchas proeuropeas.
–Ante el 60º aniversario del Tratado de Roma, ¿cuáles son los mayores logros de este periodo? ¿Podemos sentirnos orgullosos?
–Podemos y debemos estar muy orgullosos de Europa. Desde la firma del Tratado de Roma los países europeos han trabajado de manera exitosa en la lucha contra la vuelta del nacionalismo que desembocó en dos guerras mundiales y el sacrificio de millones de europeos. Esta cooperación ha creado un continente pacífico, libre y próspero durante mucho tiempo. Sin embargo, no podemos negar que la UE se encuentra en una encrucijada. Por eso, es importante usar esta celebración para renovar nuestros votos y luchar juntos por sociedades abiertas, tolerantes y libres. Y más importante, lanzar una reforma profunda de la UE. Porque aunque es importante apreciar lo que hemos conseguido, debemos tener también una visión de futuro de Europa. Estoy lejos de ser un defensor romántico de la Europa de hoy. La UE es una entidad en evolución, viva y con aliento, pero ahora necesita una reforma radical.
–En los pasillos de las instituciones europeas, la opción federalista es conocida por su nombre. ¿Lo considera un éxito o un fracaso?
–¡Es fantástico que hayan decidido llamar a esta opción con mi nombre! No deberíamos centrarnos en cómo llamamos a las cosas, no es lo importante. Lo primordial es centrarnos en qué necesitamos, qué está funcionando y qué políticas comunes son efectivas. Necesitamos una aproximación práctica que haga a Europa funcionar de nuevo, que provea de soluciones reales a los problemas y preocupaciones de la gente. Por eso el Libro Blanco –así como otros informes que se han votado en esta casa (el PE)– debería ser el comienzo de un proceso productivo.
–Merkel y Hollande creen que la única alternativa para avanzar en el proceso de integración es a través de una Europa de varias velocidades. Argumentan que esta opción es parte de los tratados y que ha sido una constante de la historia europea. ¿Comparte este análisis?
–La Europa de varias velocidades es ya una realidad. Peor, creo que lo que hay ahora es una Europa a la carta en la que los Estados deciden dónde participar. La Unión debería consistir en una división entre miembros plenos y miembros asociados. Los plenos participarían en todas las áreas políticas mientras que los asociados sólo lo harían en áreas como el Mercado Común y la Política Exterior. Si queremos que Europa funcione de nuevo, es momento de tomar decisiones. Los apaños no son una opción.
–¿Puede aumentar la tensión con los países del Este después de la crisis de deuda o la brecha Norte/Sur tras la crisis económica?
–Lo que incrementa estas tensiones no es una Europa de varias velocidades, sino la incapacidad de la UE de resolver los múltiples retos que estamos atravesando y la incapacidad de defensa europea.
–¿Cuáles deberían ser las prioridades de la integración?
–El principal objetivo debería ser que se convierta realmente en una Unión. Debemos dejar atrás la política del demasiado poco y demasiado tarde. Necesitamos una UE que sea capaz de afrontar de manera efectiva la crisis de refugiados, una UE cuyos bancos estén limpios, una Unión con un mercado único plenamente operativo de servicios para el futuro como el energético y el digital. La UE debe ser un gobierno real europeo y dejar atrás el concepto difuso de confederación de estados miembros. Terminar con la unanimidad en el Consejo debería ser una prioridad. La regla de la unanimidad se ha convertido en un obstáculo, un permanente bloqueo. Aunque el mundo ha cambiado, la ley básica que regula las instituciones europeas es aún la misma. Ése es nuestro fracaso.
–¿Cuál es su diagnóstico de las causas del euroescepticismo y el populismo? ¿Qué receta debería seguir la UE para afrontarlos?
–La guerra y los flujos migratorios, la evasión fiscal por las multinacionales, el terrorismo y el crimen internacional han dado a mucha gente la sensación de que Europa no les protege. Para ellos, Europa no es la solución. En este ambiente no resulta sorprendente que se caiga en la trampa de los nacionalistas y populistas que predican una falsa sensación de seguridad. Una vuelta a los muros y las verjas. Para dejar los problemas fuera de nuestros territorios. Eso es una ilusión, una traición. No puedes mantener el cambio climático fuera de tus fronteras ni el terrorismo. Si realmente quieres luchar contra los paraísos y la evasión fiscal, necesitas instrumentos supranacionales. Si queremos volver atrás hacia el control, hay que hacerlo a nivel europeo. No aboliendo democracias nacionales sino complementándolas. La UE es el contrapeso a la globalización salvaje y descontrolada, al igual que la cura al cáncer del nacionalismo.
–¿Qué es más peligroso para Europa: Brexit, Trump o Le Pen?
–Europa está atravesando diferentes amenazas, desde fuera y desde dentro. Por una parte, su crisis existencial sólo puede ser superada por reformas reales. Por otra, el Brexit, la amenaza de nacionalismos y populismos, una Rusia más asertiva, los extremismos radicales y un presidente de Estados Unidos al que de manera abierta no le gusta la UE. Todo ello son peligros, pero defendernos de ellos depende de nosotros. La única manera de afrontar estos retos es emprender una profunda reforma de la UE. Luchar para fortalecer la gobernanza del euro, poner en marcha una Unión de la Defensa. Empezar una capacidad de Inteligencia europea, proteger y defender nuestros valores de sociedades abiertas.
–¿La llegada de Trump puede ser un acicate para fortalecer la política de Defensa y Relaciones Exteriores de Europa?
–De hecho ha contribuido finalmente a comenzar un debate sobre la necesidad de una Europa de la Defensa. Durante demasiados años, abandonamos nuestra defensa en manos de los americanos. Necesitamos una Europa de la Defensa por nuestra seguridad interna y externa. Necesitamos un poder fuerte creíble.
–¿Qué puede hacer Europa para frenar el deterioro democrático en Polonia y Hungría?
–Este tema va más allá de Polonia y Hungría. El problema real es que la UE está fundada en una serie de valores, pero es incapaz de protegerlos. Democracia, derechos fundamentales y Estado de derecho están en el núcleo de la UE y sus miembros. Los europeos nunca han dejado de luchar por la libertad, la democracia y el Estado de derecho. La UE debe hacer prevalecer la legalidad –todos los ciudadanos, empresas y también estados miembros deben cumplir las mismas reglas independientemente del color político. La UE necesita un nuevo instrumento tal y como propuso el Parlamento el año pasado. Tiene instrumentos para que se apliquen las políticas en todas las áreas: Competencia, Justicia, Exteriores, pero nuestros valores principales no están protegidos por instrumentos lo suficientemente fuertes para asegurar que son respetados. Por eso necesitamos una nueva herramienta.
–¿La UE está en peligro de perder lo conseguido debido al auge del populismo y del nacionalismo?
–La UE estará en peligro si no tomamos nuestro destino en nuestras propias manos y no llevamos a cabo reformas. El Libro Blanco de la Comisión es un buen paso en esa dirección. La UE debe ir hacia delante; si no lo hacemos a tiempo, el proyecto estará en peligro.
–Tras esta cumbre de Roma, si no hay un nuevo impulso a la UE, ¿Reino Unido puede infectar a otros países?
–Este sábado (por ayer), miles de ciudadanos marcharán a lo largo del continente para mostrar su apoyo a la UE. Hay un movimiento proeuropeo creciendo otra vez. Londres, Bruselas, Berlín, Madrid, París, Varsovia... Es lo que denomino la vuelta a la lucha. Hay un nuevo impulso para la UE.
–A la espera de la notificación de May que marcará el inicio del Brexit, ¿cuál será el papel del Parlamento Europeo (PE) en general y el suyo en particular?
–El PE será la primera institución en establecer su posición. Para el Parlamento, los ciudadanos son su prioridad. Sus derechos no pueden estar en entredicho y así lo diremos claramente. Quiero estar seguro de que el PE es parte de las negociaciones, puntualmente informado, ya que la Eurocámara tiene que aprobar el acuerdo final.
–¿Por qué la UE no debe castigar a Reino Unido? ¿Es posible una solución equilibrada?
–En este proceso no se trata de castigar a nadie. Va sobre encontrar una solución que sea buena para la UE y Reino Unido. Los británicos no pueden resultar heridos. He recibido más de mil cartas de británicos que no quieren perder su relación con Europa. El Brexit es también una tragedia para Europa. Los derechos de los británicos que viven en Europa y los europeos que viven en Reino Unido serán mi primera prioridad para las negociaciones después de que el artículo 50 sea invocado.
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