Susto gótico

«No tengas miedo a la oscuridad» nace de la sensibilidad bicéfala de Guillermo del Toro: en ella se reflejan sus aficiones cultas –las referencias al escritor de literatura fantástica Algernoon Blackwood; la cita explícita a Arthur Machen, maestro del género, o a Rhode Island, el particular Xanadú de Lovecraft– y su pasión por el divertimento «pulp» –la obsesión por revisitar un telefilme de 1972 que marcó su infancia–. La película se beneficia del tono deliberadamente gótico de Del Toro, aunque el cineasta sólo oficia de productor y coguionista. Por poner un ejemplo, si en el original la protagonista era una mujer adulta, aquí lo es una niña: la mirada alucinada de Ivana Baquero en «El laberinto del fauno» se transmuta en la melancólica y retraída de Bailee Madison. El problema no reside ni en la elección de su punto de vista ni en sus sobresalientes modelos creativos, sino en su excesiva fascinación por unas criaturas que aparecen demasiado pronto y que son tan amenazantes como un peluche estropeado. Del Toro comete errores de guión imperdonables –el personaje del padre (Guy Pearce) es demasiado imbécil para ser creíble– echando el resto en sendas «set pieces» que sólo funcionan si los pequeños monstruos del inframundo están en fuera de campo.

lo mejor:
la secuencia de la linterna y la sábana, prodigio de creación de atmósfera
lo peor:
que al personaje de Guy Pearce le parezca normal que su hija halle un diente humano en el sótano