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Silvia Tortosa: «Nos iría mejor con presidentas del gobierno»
Profesión: actriz. Nació: en 1947, en Barcelona. Por qué está aquí: presenta desde hoy en el Centro Cultural Blanquerna «Con mirada de mujer», ciclo de mesas redondas.
–«Con mirada de mujer». ¿La mirada de mujer es más...?
–Práctica. La mujer es el presidente de gobierno por excelencia: un país es un hogar a lo bestia.
–Dicen que la crisis se produjo en Wall Street por exceso de testosterona...
–La testosterona es destructiva. Hay que dar una oportunidad a los estrógenos.
–O sea, que ya toca una presidenta de gobierno...
–Nos iría mejor con presidentas de gobierno en todos los países: las mujeres sí saben gastar con arreglo a lo que se ingresa.
–Una socióloga, Catherine Hakim, afirma que las mujeres deben emplear para sus fines lo que ella llama el «capital erótico», su atractivo.
–Lo han utilizado hombres y mujeres desde siempre. La mujer, como forma de supervivencia, para conseguir lo que le impedían alcanzar injustamente.
–Dicen que la mujer es demasiado ambiciosa, quiere abarcarlo todo...
–No es ambición, es un desgaste terrible que se produce porque el hombre no entra en el reparto del trabajo doméstico y los deberes como padres.
–¿No se producirá un retorno al viejo papel y elegirá quedarse en casa?
–Yo respeto mucho a la mujer que decide cuidar hijos y hacer ganchillo.
–Dice George Clooney que envejecer delante de las cámaras es duro...
–Tiene gracia que lo diga él. Es más duro para la actriz. El hombre puede ser protagonista con calva, arrugas y barriga. La mujer, no.
–O sea, que es un drama...
–Sí. En cuanto surgen las primeras patas de gallo, se acabó: se nos excluye de los grandes papeles.
–Usted padece esa exclusión, ¿no?
–Sufro carencia de papeles, pero eso no me come la moral: hago una página web, En casa contigo, y presento ciclos de mesas redondas.
–Comenta un premio Nobel: «En el mundo se invierte cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para las mujeres que en la cura del alzhéimer».
–Es dramático. Vivimos en un mundo en el que manda el dinero.
–Y remata el científico: «En pocos años tendremos viejas de tetas grandes y viejos de penes duros, pero ninguno se acordará de para qué sirven».
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