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Primero seguridad

Primero, seguridad
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Corren tiempos difíciles… No tanto para la seguridad alimentaria. Al menos si lo valoramos pragmáticamente, en términos de resultados: Una larga temporada sin crisis alimentarias, datos epidemiológicos que no denotan aumento de enfermedades de transmisión alimentaria, cada parte de la cadena alimentaria, mayoritariamente, desempeñando su papel en pos de la seguridad… Según cómo enfoquemos este análisis, podemos felicitarnos y seguir así, o tratar de prevenir la «muerte por éxito». Es cierto que la sociedad y los agentes de la cadena alimentaria han interiorizado la inocuidad como un valor no negociable, como un fin en sí mismo que se alcanza con esfuerzo mantenido y desde el convencimiento. El consumidor no negocia la inocuidad, porque no admite especulaciones con su salud. Cabría temer que algo tan asumido, tan irrenunciable, se dé tan por hecho que pase a «merecer» una atención discontinua. La seguridad alimentaria, con la misma vocación de permanencia y estabilidad que la propia salud, es una variable continua, a la que podríamos correr el riesgo de atender…de vez en cuando. Ese posicionamiento, aunque no tuviera consecuencias, supondría un retroceso conceptual importante, un gran salto atrás en el tiempo. La seguridad alimentaria no es un dispositivo encerrado en una urna de cristal con letrero de «rómpase en caso de incendio». Ha costado tiempo y esfuerzo que la sociedad no piense así. Sería una pena desandar el camino, por dar protagonismo sólo a lo que preocupa, pero no a lo que, sin preocupar, nos debería seguir ocupando cada día. Todos los agentes de la cadena, privados y públicos, deberían pensar en ello. Qué es urgente, qué es importante, y qué es imprescindible. El Foro Interalimentario, que no es ni más ni menos que las empresas que lo forman, tiene y mantiene un paradigma: Primero, seguridad; después, calidad. Y sólo después, otras cosas importantes.