Agitación civil

Berlusconi paraliza el gran vertedero del Vesubio tras las protestas

Los disturbios en Nápoles dejan sin solución el problema de las basuras

El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi
El primer ministro italiano, Silvio Berlusconilarazon

ROMA- Los gritos, insultos, cócteles molotov y piedras lanzadas por los vecinos de las poblaciones de la falda del Vesubio contra la Policía para mostrar su oposición a la apertura de un nuevo vertedero han logrado su objetivo. Guido Bertolaso, jefe de la Protección Civil y hombre designado por Silvio Berlusconi para gestionar la crisis, anunció que la apertura del segundo basurero en la localidad de Terzigno, cercana a Nápoles, queda suspendida sine díe.
Esta marcha atrás forma parte del compromiso presentado por el Ejecutivo para intentar acabar con las protestas que vive la zona desde hace una semana. La propuesta incluye la «suspensión durante tres días» del suministro de basuras al vertedero ya existente en Terzigno para realizar estudios que aclaren si es o no un foco de contaminación que amenaza la salud de la población.
Los alcaldes de los municipios afectados se negaron a firmar el texto que les presentó Bertolaso porque «no existen garantías suficientes de su cumplimiento».
Aun así, el Gobierno asegura que seguirá adelante con sus planes, ya que considera el acuerdo válido y, aunque sea «unilateral», lo respetará igualmente. Los alcaldes «continuarán buscando el diálogo» pese a que ayer se levantaran de la mesa donde los había convocado el Gobierno. Se espera que en la reunión que mañana mantendrán con Bertolaso se alcance un compromiso definitivo para acabar con las protestas.
Mientras los políticos dialogan, los vecinos siguen con sus movilizaciones. Ayer marcharon por las calles de Terzigno simulando que se trataba de un funeral por la muerte de su tierra. Había incluso una corona de flores, firmada por los «ciudadanos del Parque Nacional del Vesubio». En la marcha se podían leer pancartas como ésta: «Vosotros os coméis nuestro dinero mientras nosotros nos comemos la Camorra y la basura». Las pacíficas protestas del día se tornan en violentas luchas callejeras por la noche. Durante las horas de oscuridad los cócteles molotov y las bengalas son los argumentos más contundentes de los ciudadanos para mostrar su descontento con el Estado.