Londres

Bolt corre y trota

Se clasifica para las semifinales de los 200 sin desgastarse, como Blake y Lemaitre

Bolt volvió a ofrecer su espectáculo en la pista
Bolt volvió a ofrecer su espectáculo en la pistalarazon

LONDRES- Es en las series clasificatorias donde la superioridad de los mejores contrasta con los meritorios. En la fresca mañana de Londres, con el estadio Olímpico de Stratford abarrotado, Bolt debutó en la primera de las siete eliminatorias que servirían para elegir a los semifinalistas de los 200. Ahí no tuvo rival, tampoco sus más directos adversarios sufrieron para pasar el corte.

Con una de sus puestas en escena habituales, no tan intensas ni tan largas como en los instantes previos a las finales, Bolt se situó en los tacos y cuando sonó la señal para salir pitando él lo hizo en antepenúltimo lugar. Como suele suceder en el hectómetro, con las primeras zancadas fue recuperando la verticalidad y hasta los 150 metros corrió. Cuando descubrió que nadie le seguía, echó el freno tan bruscamente que casi salió humo de las zapatillas. El jamaicano pasó de acelerar a levantar el pie, de correr, a trotar, y así, trotando o poco más, cruzó la meta en 20.39.

Apenas 20 segundos duran las galas de Usain Bolt, es visto y no visto; en las finales, menos. En Pekín paró el cronómetro en 19.30, dos centésimas menos que el legendario récord de Michael Johnson. En Berlín, un año después, estableció la fabulosa, 19.19. Hoy, en las semifinales, hará lo imprescindible para ganar su serie y meterse en la final de mañana, donde lo probable será que rebaje su marca olímpica. Ya lo hizo en los 100.

La única sorpresa en las siete series –se clasificaban tres de cada una por puestos y tres por tiempos– fue el nulo del panameño Alfonso Edward, subcampeón del mundo. Se escapó y le pillaron. Durante todo el año los problemas físicos no le han abandonado y cuando parecía haberlos superado, le traicionó la ansiedad. En la segunda serie corrió el blanco más rápido, el francés Christophe Lemaitre. Una bala. Terminó sin exigirse en los últimos metros y logró un 20.34 que puede rebajar. Tras él, Jobodwana y Brown. La tercera serie fue la más lenta de las siete y se la adjudicó el norteamericano Maurice Mitchell (20.54), pese a disfrutar de un 1.1 de viento a favor. En la cuarta corrió Yohan Blake y, como Bolt y Lamaitre, en los metros finales se dejó ir; hizo 20.38; el pasado 1 de julio, en los «trials» de Kingston, 19.80, por 19.83 de Usain. La quinta ronda fue para otro jamaicano, Warren Weir (20.29), que no parece un velocista al uso, con esa musculatura de sus compatriotas, por ejemplo. En la sexta se impuso el ecuatoriano Alex Quiñónez con el mejor de los tiempos, 20.28, y el holandés Martina (20.58), en la última y más lenta.

A la espera del 1.500, el alemán Harting lanzó el disco hasta los 68,27, oro; plata, para el iraní Haidi (68,18), y el bronce para el estadounidense Kanter (68,03). Casañas fue séptimo con un lanzamiento de 65,56. Y en 1.500 ganó el argelino Makhloufi (3:34.08); plata Leonel Manzano (EE UU) y bronce Iguider, de Marruecos.

 

Tres menos en los 800
Dice Fermín Cacho que «nos quedan Ruth Beitia, la marcha y Nuria Fernández»; lo decía antes de las semifinales de los 800, no contaba con que Luis Alberto Marco, Kevin López y Antonio Manuel Reina rozaran siquiera la hazaña de clasificarse, alguno de ellos, para la final. Reina terminó 15º; Marco, 18º, y López, 20º. Una cosa es luchar contra ese fenómeno de la naturaleza que es el keniano Rudisha y otra no rascar bola en ninguna de las series y con tiempos vulgares incluso para ellos. Marco fue el penúltimo en la suya; nunca estuvo metido en la carrera. López empezó con muchas ganas y el ataque del ruso Borzakovskiy y el remate de Rudisha le fulminaron, antepenúltimo, como Reina, más atrevido, más en cabeza, hasta que se fundió.