Jubilación
Destello Laboral por Íñigo Sagardoy de Simón
Los datos de desempleo del mes de junio conocidos ayer nos han dado un primer respiro veraniego, muy bienvenido, tras la crisis laboral que comenzó en 2009. Este mes de junio ha batido ciertos récords. Es el mayor incremento de afiliados a la Seguridad Social desde que comenzó la crisis en 2007 (31.332 cotizantes más); continúa la senda de creación de empleo que se inició en marzo pasado, siendo el cuarto mes que se crea empleo de forma consecutiva; y lo que es más llamativo, la tasa de desempleo ha disminuido en un 2,1%, con 98.853 parados menos (la mejor cifra en los últimos dieciséis años). Estamos, por tanto, ante unas cifras muy positivas, vistas desde la prudencia en el actual contexto de deterioro económico que atravesamos y en el que previsiblemente continuaremos hasta fin de año. Bien es cierto que la «estacionalidad» pudiera matizar en algunos aspectos la afirmación anterior, pero no por ello debemos dejar de deleitarnos por una noticia buena en nuestro maltrecho mercado laboral.
No obstante, debemos seguir trabajando. No podemos quedarnos quietos cuando el paro es la verdadera lacra. La reforma laboral, aprobada mediante ley la semana pasada en el Congreso, abunda en la buena dirección que debe ir corrigiendo poco a poco las deficiencias del mercado de trabajo. La experiencia práctica y su aplicación reciente desde febrero están demostrando que empiezan a ser muchas las empresas que, frente al despido, optan por otros mecanismos de flexibilidad para reducir costes como la modificación de condiciones de trabajo, las reducciones de salario y/o de jornada y los beneficios sociales, medidas que evidentemente no son bienvenidas por nadie pero que son menos traumáticas que la pura extinción del contrato. Hace falta todavía mucha pedagogía para comprender el alcance de los nuevos elementos y bases que contiene la nueva legislación laboral, pero a medio plazo, y poco a poco, estoy convencido de que el buen uso, no caprichoso, arbitrario o fraudulento, que hagan las empresas de la ley recientemente aprobada, ayudará a salir de esta crisis de empleo de forma más rápida de lo previsto, o al menos, a conseguir que los meses venideros nos traigan noticias parecidas a las de ayer.
Es necesario para ello, en primer lugar y sin lugar a dudas, un cambio de ciclo económico que propicie la actividad empresarial, pero a nivel más «micro» y en nuestro ámbito laboral, un cambio de mentalidad de los protagonistas laborales –a veces más importante que la propia ley– aplicando la reforma en lo referente a la empleabilidad del trabajador y a la estabilidad en el empleo. Sólo así saldremos todos de ésta.
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