Marruecos

Rubalman

La Razón
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Hoy me he quedado solo en casa pero no me atrevo a llamar a Telepizza. Temo que aparezca Rubalcaba por la puerta con una chupa, un casco de motorista y una «cuatro quesos». Es lo que pasa cuando se tiene un ministro de Interior que también lo es de Exteriores, de Fomento, de la Presidencia, de Defensa... Eso no es un ministro sino una interina. Es lo que antes en España se llamaba «chica para todo» y luego los americanos llamaron Superman. Si hay un problema en Marruecos, si llega el lío de los controladores, si se estropea una tubería en La Moncloa, si una ancianita está siendo atracada, allí se presenta nuestro héroe. Si estás con hambre, Rubalcaba te prepara unas «kokotxas» que te mueres. Yo a Rubalcaba lo veo con delantal y con mono de mecánico. Como Madelman, aquel muñeco que tenía trajes de todo. Para los Reyes Magos de este año las casas de juguetes deberían sacar un Rubalcaba en miniatura con traje de hombre rana, de escalador, de explorador... Zapatero se busca siempre estos apaños, estos ministros multiuso. Antes fue Teresa Fernández de la Vega y ahora este superviviente del felipismo que trae las mañas de Felipe, la abolición de la independencia de los tres poderes. El felipismo acabó sus días uniendo el Ministerio de Interior con el de Justicia y el zapaterismo terminal mete a Conde-Pumpido en un Consejo de Ministros. Un amigo mío dice que Rubalcaba es el Anticristo y que no se refleja en los espejos. A mí simplemente me agobia verle trabajar tanto. Éste hace más horas que un controlador.