Carabanchel

Carabanchel vivero de emprendedores

La «incubadora» de pymes más grande de España planta cara a la crisis con lista de espera de jóvenes empresarios . Estos «valientes» pagan un alquiler a cambio de un despacho, sala de reuniones, exposiciones y asesoramiento profesional 

Carabanchel vivero de emprendedores
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MADRID- Como en los tebeos de Asterix, en un panorama de profunda crisis económica y con los números del paro cada vez más elevados, un pequeño grupo de jóvenes resisten en «la aldea gala de Carabanchel» y luchan contra la etiqueta de «generación perdida» trabajando desde sus pequeños «despachos-viveros». Madrid Emprende cuenta con siete edificios en la ciudad desde donde los valientes emprendedores se arriesgan a convertirse en su propio jefe, generar riqueza e, incluso, crear empleo. El de Carabanchel es el mayor, pero no sólo de la ciudad, también de toda España, con más de 6.000 metros cuadrados, 31 despachos, sala de exposición, cafetería, etc.

«Llevamos un año y tenemos un empleado, pero esperamos ampliar plantilla dentro de poco», explica orgullosa Paulina. Con sólo 27 años y tras ganar un concurso de jóvenes emprendedores –cuyo premio consistía en un año en el vivero–, creó con su compañero y socio Luis Clever Consulting», una agencia de desarrollo web y comunicación on-line y se instalaron como viveristas en Carabanchel.

Formadas por un puñado de socios, las empresas que se «incuban» en los viveros municipales nacen de la creatividad y la valentía de quienes creen en su idea y desean hacerla realidad. «Entonces llegamos nosotros que hacemos de abogados del diablo y les cuestionamos la viabilidad de esa idea para que se la replanteen y consigan un proyecto con posibilidades de salir adelante», cuenta Lucía Fondevilla, directora del Vivero de Empresas de Carabanchel.

Orientan a todo aquel que se acerque o venga derivado de las oficinas de Madrid Emprende. Una vez que declaran viable el proyecto, lo puntúan y lo sacan a concurso para que ocupe uno de los 31 despachos, que se van otorgando en función de la disponibilidad (el tiempo máximo es de tres años) y de la nota que hayan obtenido. Actualmente hay una lista de cuatro empresas de reciente creación en la «bolsa de proyectos en espera» para entrar en Carabanchel.

Los viveros «son un auténtico chollo», como aseguran Iván, Jesús, Javier e Iván, de Arquitectura a la Carta, que, literalmente, vieron construirse el edificio debajo de las ventanas de uno de los socios. Los viveristas pagan un alquiler y «seguro que hay oficinas más baratas», explica, «pero no es lo mismo atender a un cliente en un sótano sin ventanas que en este despacho y con la posibilidad de reservar las salas de reuniones», consideran Miriam, Patricia y Gipsy, de Imatrad, su empresa de traducción, marketing e implantación empresarial.

En el precio del alquiler están incluidas la climatización, la limpieza, la luz «y la plaza de aparcamiento en la puerta, que para mí no tiene precio», ríe Luis. «Y sobre todo que te puedes olvidar de todos esos detalles mientras estás empezando», añade Paulina. A esto se añade la orientación y el asesoramiento del propio vivero, que cuenta con un asesor técnico, dos administrativos y la experiencia como abogada de la directora. «Les ayudamos en todo lo que podemos, desde las presentaciones a la revisión de los contratos, pasando por la información de subvenciones y premios», explica Fondevilla. Además, cada mes se organizan más de una decena de eventos para que los viveristas se relacionen entre sí y tengan la oportunidad de conocer la experiencia de profesionales reconocidos que triunfaron como emprendedores.

«Nadie te enseña a ser emprendedor, así que tener al lado a gente que está como tú es una terapia de grupo, te ayuda a ver que no eres el único», asegura Roberto, socio de Elisa en Andanta, una auténtica «start up» de I+D+i. «Aquí nos animan a salir, a no estar encerrados sólo creando nuestra idea porque sino no termina de estar lista nunca. Nos empujaron a presentar el proyecto y buscar clientes y pronto entramos en el mundo de la contratación de personal», relata Elisa. En el caso de Arquitectura a la Carta, desde el vivero les ayudaron con la expansión a través de franquicias. «Nos queda un año y no queremos plantearnos cómo será salir de aquí», reconoce Iván. Ellos, al menos, han tenido lanzadera.

 

Treintañeros contra la «generación perdida»

De Tres Cantos, a Carabanchel
1 Uno de los socios de Arquitectura a la Carta vive justo enfrente del Vivero de Carabanchel, pero no lo conocía hasta hace poco. Ahora están dentro. «Comenzamos en un centro tecnológico de Tres Cantos de prestado y luego apiñados en un piso. Vinimos a preguntar, nos ayudaron con el plan de empresa y nos hicimos con un despacho que se quedaba libre».
 

Clever Consulting, a por más
2 «Somos una empresa pequeña, pero aquí, con otras del mismo tamaño, nos sentimos más grandes», aseguran Luis y Paulina, creadores de Clever Consulting. Con apenas 27 años y una gran creatividad en el mundo de las soluciones on-line para empresas, el éxito de su negocio hace que ya se planteen buscar un despacho más grande para contratar más personas.
 

El reto de Andanta
3 Como auténticos emprendedores, Roberto y Elisa se propusieron dar una vuelta de tuerca al concepto de asistente virtual para que cada tienda on-line tenga su propio dependiente personalizado, dejaron sus trabajos y crearon Andanta. Llegaron al vivero porque salía a concurso un despacho libre, y gracias a una noche sin dormir pudieron ponerlo en marcha.
 

De una farola, a Imatrad
4 Miriam, Patricia y Gipsy llegaron al vivero por un cartel en una farola y, sobre todo, por las ganas de emprender su proyecto empresarial, Imatrad, que aúna servicios de traducción, formación y marketing para compañías españolas e internacionales que quieran implantarse en España. «Los viveros son un privilegio para los emprendedores», señalan.