Feria de Bilbao
Tan distintos tan iguales
La novillada-concurso de encastes, desierta y sin bravuraLas Ventas (Madrid). Se lidiaron, por este orden, novillos de Partido de Resina, pronto, con nobleza por el derecho; Jaral de la Mira, brusco y a menos; Casasola, que sustituye a uno de Moreno de la Cova, sin clase; Cubero-Buendía, manejable, pero sosote; Aurelio Hernando, sobrero de otro del mismo hierro, desrazado; y Coquilla de Sánchez Arjona, reservón y complicado. Casi media entrada. Miguelín, de azul purísima y oro, estocada, dos descabellos, aviso, cuatro descabellos más (silencio); tres pinchazos, estocada casi entera, descabello (silencio).Raúl Rivera, de verde botella y oro, pinchazo, pinchazo hondo (silencio); pinchazo, estocada desprendida (saludos).Andrés Escobar, de blanco y plata, dos pinchazos, estocada casi entera (silencio); media caída (silencio).
Larga, plomiza y gris. Del mismo tono que el cárdeno Partido de Resina que nos intentó rescatar la tarde en Las Ventas. Así fue la maratoniana, casi tres horas de función, novillada-concurso de encastes, cuyo premio quedó desierto. Miguel Hernández «Miguelín» abrió plaza con un entipado «pablorromero» que tomó tres varas con buen son, arrancándose con alegría, aunque sin terminar de emplearse en el peto. En la muleta, mostró movilidad, nobleza, sobre todo por el pitón derecho. Menos entrega. Lo vio Miguelín y planteó en redondo una faena que no tomó vuelo. Ovacionado con fuerza el cárdeno en el arrastre. En el cuarto, desrazado de Cubero-Buendía , no se dio demasiada coba ante un animal manejable, pero sin trasmisión.
Raúl Rivera pechó primero con el de Jaral de la Mira, bastito en los primeros tercios, pero que en la muleta se apagó demasiado pronto. Recibió tres varas y el toledano banderilleó vistoso, mejor el tercer par. Pañosa en mano, pronto tuvo que acortar las distancias con una res que tampoco tuvo excesiva transmisión. En el quinto bis, precioso jabonero de sangre Veragua de Aurelio Hernando –que reemplazó a otro del mismo hierro que se rompió una mano–, se mostró bullidor. Fiel a su estilo, tiró de facultades y alardes en banderillas. Pareció invertir el gélido ambiente otoñal, pero fue un espejismo. La muleta lo cambió todo. Abusó de aspavientos y desplantes. Saludó una ovación como premio a sus ganas.
El tercero de Moreno de la Cova, sin fuerza, fue reemplazado por un «Aldeanueva» de Casasola protestón y descastado, Andrés Escobar lo toreó con tesón, fuera de sitio y sin terminar los muletazos. Faltó quietud y confianza ante un astado sosote. El sexto, zancudo mansurrón de Coquilla de Sánchez Arjona, fue muy receloso en el caballo. Parado y complicado en la franela, Escobar optó por abreviar.
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