Japón

Nuevo oscurantismo

La Razón
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Sigo con una lógica atención todo lo que ocurre en Japón, pese a que desaparezca a menudo de la primera plana de interés de los medios informativos. A resaltar, los muchos errores, las reservas y ambigüedades de la empresa que opera en la central nuclear de Fukushima I, Tokyo Electric Power (Tepco), y las acusaciones de «falta de transparencia» vertidas sobre el Gobierno y el primer ministro, Naoto Kan. El 58% de los japoneses desaprueba la gestión del Gobierno tras el desastre del tsunami, sin embargo ha subido considerablemente la aprobación de Naoto Kan.
«Falta de transparencia» es un diplomático eufemismo con el que se suele calificar la opacidad, la confusión a la hora de informar –en vez de la rotunda claridad que esperamos– sobre lo que está ocurriendo; también se aplica al engaño más o menos bien disimulado. Las explicaciones que la empresa responsable de la central nuclear y el propio Gobierno japonés han suministrado a lo largo de la crisis han suscitado malestar en embajadas extranjeras y organismos internacionales, por no hablar de los ciudadanos japoneses. Cuando las quejas comenzaron a ser clamorosas, Gobierno y empresa reaccionaron dando un exceso de información «demasiado técnica» imposible de descifrar para la mayoría de la gente, que, desde luego, no es experta en temas nucleares y que se ha confundido aún más. La comunicación en este asunto ha sido pésima. Lo que resulta un paradigma de los tiempos: creemos vivir en una época de abundancia de información en la que, por tanto, es difícil ocultar la verdad, en la que la verdad y la justicia deben prevalecer al ser iluminadas por múltiples focos de atención. Y, sin embargo, ocurre a menudo lo contrario: que el exceso de información nos desorienta. A más información –la mayor parte de las veces contradictoria–, más fácil puede resultar manipular la conciencia colectiva de «la masa» (de los pringados que pagamos impuestos y sostenemos todo el tinglado con trabajo, privaciones y votos).
El oscurantismo es una actitud que propicia la oscuridad sobre los asuntos humanos, en política y en sociedad. Los ilustrados, enemigos del oscurantismo, dirían que oscurantismo es justo lo contrario a la Modernidad, que simboliza la luz, la transparencia, el orden racional y la comunicación veraz. En esta especie de Edad Media Tecnológica en la que vivimos, precisamente la comunicación –que debería vincularnos y ayudarnos a establecer relaciones veraces– con frecuencia es la que nos ofusca y separa.