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Sociólogos octogenarios y Príncipes de Asturias

Los dos grandes sociólogos, octogenarios, coincidieron la semana pasada en Estambul. Ayer, un galardón volvió a reunirlos. Cosas del destino 

Zygmunt Bauman y Alain Touraine
Zygmunt Bauman y Alain Tourainelarazon

Alain Touraine (Hermanville-sur-Mer, 1925) es de los que piensan que un premio es un «estímulo» más que un objeto de vitrina. En su caso, el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, que ayer le fue otorgado, le va a servir «para seguir trabajando en la misma línea, sabiendo que las ideas que he desarrollado no carecen totalmente de interés y que pueden ser útiles intelectualmente y también en la práctica». El sociólogo francés, de 85 años, rebosa lucidez y sentido del humor. ¿Cómo se siente? «Complacido y honrado por un premio de gran prestigio en España y también fuera, que me hace tomar conciencia de que después de 50 o 60 años de trabajo lo que he hecho en mi vida interesa en más países», relataba ayer en una conversación con LA RAZÓN y en medio de un asedio de llamadas telefónicas. Las mismas que estaría recibiendo el otro galardonado, el también sociólogo Zygmunt Bauman (Poznan, Polonia 1925), profesor emérito de Sociología en la Universidad de Leeds, con quien asegura «es un verdadero placer compartir esta distinción».

Ganar sin perderSus carreras no son especialmente convergentes, aunque sí reconoce Touraine «ciertos puntos en común, semejanzas, pero también diferencias» que hacen que la concesión «ex aequo» sea perfectamente «racional». Bauman, al principio, se mostró reticente a someterse a una exhaustiva ronda de entrevistas y dio las gracias mediante un comunicado. Achacó su cansancio a la edad, aunque, al final de la tarde claudicó y respondió mediante correo electrónico a un par de preguntas de este diario, tres no más, pero suficientes.A punto de cumplir los 85 años, asegura que resulta «profundamente satisfactorio encontrar que al final de un peregrinaje con sus alegrías y sus penas» su trabajo haya sido reconocido por sus contemporáneos. Aunque en el camino no ha hallado el modelo para una «sociedad perfecta» ni tampoco casos en los que se pueda «ganar sin perder. En el transcurso de mi búsqueda me he vuelto desconfiado de quienes aseguran que tienen la receta perfecta», dice. Y considera –será la experiencia de los años– que siempre hay una letra pequeña adjunta a esas fórmulas y un precio en la moneda del sufrimiento humano, la sangre y la servidumbre. «Mi conclusión es que una buena sociedad es aquella que piensa que no lo es suficientemente y cree que tiene que mejorar». Pero los dos sociólogos no sólo comparten premio, también tribunas. «Es lo más divertido», nos dice Touraine. «Precisamente coincidí con Bauman la semana pasada en Estambul dando conferencias y después participamos en dos diálogos públicos, lo que significa que existe un interés por lo que podamos decir e intercambiar», prosigue. Es también el parecer del jurado (su complementariedad y racionalidad), que ha querido recompensar a dos de los mayores exponentes del pensamiento europeo actual y cuyos trabajos son especialmente «valiosos para entender el cambiante y acelerado mundo en el que vivimos». Touraine reconoce que existe entre él y Bauman una cierta proximidad, «pues ni uno ni otro confiamos en la vieja sociología clásica organizada alrededor de la noción de sistema social». Y que la noción de «sociedad líquida» de Bauman no dista tanto de lo que él mismo quiere expresar cuando asesta, algo radical, que «no hay más sociedad» –como sistema con su lógica interna– y que el concepto de sociedad «no sirve de nada y tiene que desaparecer». Es precisamente Bauman quien asegura que de la actual se siente orgulloso y avergonzado al tiempo: «Estamos orgullosos de nuestra industria y la ciencia sobre la que construimos nuestro bienestar, pero, ¿no fueron éstas indispensables para la construcción de Auschwitz o el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki? Uno tiene que equilibrar las evaluaciones con bastante cuidado».Les une también la misma preocupación por un problema concreto: «El hecho de que una economía global no deja iniciativa a las instituciones sociales y hay que buscar otros instrumentos de resistencia a su dominación», aunque asegura Touraine que sus respuestas serían distintas.

ReinventarseDespués de décadas analizando las incesantes y cada vez más veloces transformaciones de la sociedad contemporánea, ahora lo que más le inquieta al férreo defensor de la «sociología de la acción» es cómo afrontar la crisis mundial actual, económica, financiera pero también, social. «Absolutamente», responde Touraine con la vehemencia de quien está convencido de que la sociedad debe «reinventarse» para evitar una espiral de crisis. Y que la transformación ha de ser profunda. «Y eso es lo que trato de exponer en ‘‘Después de la crisis'', un libro que publicaré en septiembre». Seguramente no será un recetario milagroso, pero sí un certero análisis de quien lleva más de medio siglo observando, con ojo crítico, al ser humano.El último volumen publicado por Bauman es «Vivir con el tiempo prestado», hace tan sólo un año, y en él analiza el estado actual y los retos a los que se enfrenta un mundo globalizado. Su carrera como escritor, iniciada en los años 50, ha dejado auténticos tesoros a sus colegas. Con todo, conserva intacta la humildad que siempre le ha caracterizado. Cuando ayer agradeció la «confianza» depositada por parte de la Fundación describió su carrera como una «modesta contribución a la autoconciencia humana» y recalcó que en la parte de habla hispana del planeta, en Iberoamérica y Europa, es donde ha encontrado «curiosos, incisivos, creativos y críticos lectores» de sus escritos.

Sus virtudes según el juradoLos Príncipes felicitaron ayer a los sociólogos Touraine y Bauman por el Premio Príncipe de Asturias que les ha sido concedido en sendos telegramas en los que destacan su aportación a la sociedad. En el enviado a Touraine señalan que «el jurado ha valorado su extraordinario análisis de la sociedad postindustrial y de los movimientos sociales del siglo XX, con especial atención al ámbito iberoamericano, así como su permanente defensa de la libertad y la democracia». En el remitido a Bauman indican que «el jurado ha considerado la excelencia de su obra, con aportaciones decisivas para la comprensión de cuestiones fundamentales de la sociedad contemporánea y de la condición humana».