Ataque contra «Charlie Hebdo»
Esa inoportuna libertad de expresión por Alfredo SEMPRÚN
No se caracteriza «Charlie Hebdo», precisamente, por mantener una exquisita sensibilidad hacia las creencias religiosas. Número tras número, rabinos y curas pueblan sus páginas en viñetas de dudoso gusto, entre la indiferencia general. Pero si el humor, la ironía, incluso la sátira gruesa «son esenciales a la democracia», como le dijo a los jueces Nicolas Sarkozy, una de las víctimas preferidas de «Charlie» y, por ello, testigo de la defensa en el proceso que sufrió la revista en 2006; cuando se trata del islam no significan lo mismo. Lo sabe bien su director, Stephane Charbounnier, al que le han incendiado con gasolina la Redacción y no puede salir a la calle sin escolta. Pero su postura es clara: «Si me autocensuro habrá ganado la minoría extremista». Y, ahí va, una nueva tanda de caricaturas de Mahoma en pleno lío del vídeo blasfemo. Al Gobierno francés no le ha sentado muy bien la provocación y, puesto en lo peor, ha ordenado que el viernes cierren sus embajadas, consulados, colegios e institutos en 20 países musulmanes. Es el día santo de los musulmanes, y van a salir calientes de las mezquitas.
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