Roma
16 jefes de Estado y 5 casas reales
Roma es durante estos días una torre de babel que une a peregrinos y líderes mundiales
ROMA- Una noche en blanco, en oración. Aunque la Plaza de San Pedro estaba desierta por seguridad, al otro lado de la «colomnato», miles de peregrinos decidieron plantarle cara al tiempo inestable de Roma y pasar la noche al raso. Silencio, emoción, recogimiento y algo de música que siempre hacen la espera más corta si es en la voz de los jóvenes «kikos». Aunque hasta el amanecer la Guardia Suiza no permitiría entrar a nadie, fueron muchos los que prefirieron esperar para ver más de cerca el enorme tapiz con una imagen de Juan Pablo II que dará fe de que es un nuevo beato. Anoche ya se percibía el crisol de culturas –religiosas polacas, matrimonios españoles, sacerdotes latinoamericanos– en el que hoy se convertirá el ágora vaticano. No deja de ser reflejo del tirón que, todavía hoy, tiene el Papa Wojtyla para unos y otros. La torre de Babel que estos fieles erigen en San Pedro supone un homenaje al Papa más trotamundos en los dos milenios de historia de la Iglesia.
Marcado en las agendas
Los tres días en que se celebra su ascenso a los altares llevan meses marcados en las agendas de reyes, jefes de Estado y de Gobierno, ministros y embajadores. Tanto los fieles de a pie como los líderes mundiales lo sentían como propio, alguien cercano. Por ello, mañana se dará cita una cumbre mundial en toda regla en la que participarán 16 jefes de Estado, seis jefes de Gobierno y cinco casas reales. Y así, hasta 87 delegaciones extranjeras. Los Príncipes de Asturias, junto al ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, estarán acompañados, entre otros, por el presidente mexicano, Felipe Calderón; el presidente de Honduras, Porfirio Lobo; la primera dama de la República Dominicana, Margarita Cedeño, y el titular de Exteriores argentino, Héctor Timerman.
Si bien el ascenso a los altares de Juan Pablo II es un homenaje a su protagonista y una celebración de la universalidad de la Iglesia, también es un evento de gran significación geopolítica. Un ejemplo de la importancia que sigue teniendo hoy la figura de Juan Pablo II para la geopolítica de la Iglesia católica es su total aceptación por parte de musulmanes, judíos y creyentes de otras religiones. Bosnia-Herzegovina, Líbano, Albania, Nigeria, Burkina Faso, Mali y Senegal, en los que la mayor parte de su población profesa el islam, e Israel, donde el judaísmo es la religión del Estado, son algunos de los más de 80 países que han enviado delegaciones oficiales a la beatificación. También se hace evidente esta afección a Juan Pablo II en la decisión del director de la comunidad islámica de Sarajevo, Mustafá Ceric, de construir un monumento en honor al nuevo beato en el centro de la capital bosnia. «En el siglo XXI necesitamos una personalidad como la suya», afirmó Ceric, quien recordó cómo la población esperaba los «mensajes de esperanza» del Pontífice durante los años de la guerra.
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