Carreteras
Vacaciones más caras y lentas
La operación especial de Tráfico de Semana Santa de este año reúne unas circunstancias particulares que aumentan la complejidad de unas fechas señaladas para los españoles. Los 14,4 millones de desplazamientos por carretera previstos por la Dirección General de Tráfico, los mismos que en 2010, se encontrarán por primera vez con una nueva limitación de la velocidad a 110 km/h en las autovías y las autopistas, unas sorprendentes obras de renovación en varias de las principales vías del país y un precio de la gasolina en máximos. Evidentemente, el panorama no es el mejor para todos esos ciudadanos que pretenden tomarse un respiro entre tantos meses de adversidad y preocupaciones y que se tropezarán con desagradables sorpresas tanto en los tiempos de los recorridos como en la economía doméstica a cuenta de los combustibles.
Tráfico ha defendido, en las horas previas a esta salida de vacaciones, la polémica decisión de los 110 km/h y ha insistido en que la velocidad, como factor de riesgo, es una de las asignaturas pendientes de España. Puede ser, pero la imposición de nuevos límites de velocidad no fue un factor decisivo en la mejora de la seguridad vial en los últimos años. En cambio, la última experiencia en este sentido provocó un aumento de la siniestralidad en los años 70. Más allá del talante prohibicionista de este Gobierno, de sus golpes de efecto con el consiguiente sobresalto de los ciudadanos, hay que tener presente que esa limitación no causa ni mayor seguridad ni menor consumo, aunque sí más tiempo en la carretera y más confusión.
Tráfico, con la resignación habitual, ha concluido que las retenciones son inevitables. Puede ser que la España del siglo XXI sea incapaz de garantizar a los contribuyentes unos desplazamientos fluidos. Los conductores parecen resignados a ello, aunque no entendemos las razones. Lo que resulta insólito es que el Ministerio de Fomento haya puesto en marcha obras de renovación de las autovías de primera generación –algunas de las principales de España y las que soportan más tráfico– en unas fechas tan duras y difíciles como éstas. El discurso de que las obras son necesarias y que hay que acometerlas queda muy bien sobre el papel, pero en la práctica es arduo asumir que los españoles se topen con nuevos obstáculos imprevistos y que la responsable sea la Administración. El establecimiento de itinerarios alternativos es una respuesta que ni evita molestias ni disgustos ni trastornos a quienes salen de sus ciudades en un intento de dejar atrás los problemas por unos días.
No serán unas vacaciones más económicas. Al aumento notable de los precios en general, hay que señalar en rojo el récord del combustible. Llenar el depósito de gasolina de un coche (50 litros de media) cuesta 67,7 euros, 8,8 euros más que hace un año, mientras que en el caso del gasóleo son 65,4 euros, 11,5 euros más que en 2010. Un auténtico freno para los bolsillos por si no tuviéramos ya suficientes. Vacaciones, sí, pero más caras, más lentas y con más obras. Las complicaciones de la operación especial de Semana Santa son un reflejo de esta España en crisis. Más que un transatlántico, como diría el presidente, el país parece un utilitario.
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