Novela

Aquellas charlas de café por Francisco Nieva

La Razón
La RazónLa Razón

De nada me acuerdo bien si un determinado sentimiento afectivo no reactiva mi memoria. Por ejemplo, la desaparición de grandes y famosas tertulias literarias en que tronaban don Ramón del Valle-Inclán, Mariano de Cavia, Gómez de la Serna y otras estrellas de la palabra. En los años 40 del pasado siglo, yo pertenecía a un grupo de vanguardia que despreciaba estúpidamente aquellas reuniones de café por anticuadas. Pero, en verdad, fueron interesantísimas, tribunas ilustradas en las que el joven y respetuoso intelectual que buscaba entrar en liza aprendía muchísimo y tomaba el puso al clima cultural del momento y de su propia ciudad de residencia. Eran como una enciclopedia popular, de un alto valor informativo. El tertuliano típico tenía sus ribetes de exhibicionista y publicitario de sí mismo. Muy equivalente a las páginas web que hoy proliferan en internet. Este detalle nos hace ver cuántos factores han podido contribuir a la desaparición de tales eventos. Los tertulianos se relajaban, y el relajamiento avivaba el ingenio espontáneo de cada cual. El café y los licores contribuían no poco a esa franca espontaneidad controlada. Se entraba, pues, en una discusión relajada, pero también pública. El opinante tenía que ser buen orador, saber colocar la frase y, sobre todo, contar con el silencio necesario para ser escuchado, cosa de todo punto imposible hoy, en donde nadie espera escuchar a nadie y tapa el discurso ajeno con el discurso propio. Es una demostración de barbarie que, asimismo, pone de manifiesto cuán difícil resulta recuperar el pasado. No volverán. Pero hay un libro delicioso de Santiago Ramón y Cajal, titulado «Charla de café», que recomiendo encarecidamente, porque resucita como ninguno el clima y tono de la clásica tertulia ilustrada a principios del siglo XX, La sabia ingenuidad del gran histólogo brilla de gracia, de ironía y conocimiento. Es una evocación que nos hace pasar por el túnel del tiempo. Experiencia muy recomendable para escapar del nuestro.

 

Francisco Nieva, de la Real Academia Española