Argentina

Ramón Tamames: «La Junta por mucho que quiera conservar su sistema clientelar hará un ajuste»

El autor de «España, un proyecto de país» descarta el rescate si continúan «las reformas estructurales». Pronostica que en Andalucía habrá que recortar «la ingente plétora de empleados públicos» de la Administración

Ramón Tamames: «La Junta por mucho que quiera conservar su sistema clientelar hará un ajuste»
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SEVILLA-Empecemos por lo último. Explica usted que dejar quebrar un banco es imposible porque, por ejemplo, no se podrían devolver los 100.000 euros de depósitos garantizados a los clientes. Pero, entonces, ¿para qué vale la norma?
–Sencillamente, los bancos tienen en la práctica una aplicación especial de la ley, precisamente para evitar las quiebras. En lugar de ellas, se produce la intervención del Banco de España; o se estatifican, total o parcialmente.

–¿Por qué hay tanta resistencia al banco malo si en países como Finlandia, Noruega o Alemania ha funcionado?
–Tiene Vd. razón: esa resistencia no tiene sentido. Después de tanto marear la perdiz, en la nueva fase de la reforma financiera, habrá bancos malos; aunque sea en forma de sociedades inmobiliarias o como los quieran llamar.

–De forma paralela, ¿no habría que exigir responsabilidades a los gestores de esas entidades?
–Hay posibilidad de exigir responsabilidades, y ya está haciéndose respecto de alguna caja de ahorros. Por lo demás, si en las auditorías se aprecia que ha habido infracciones legales, es obligado pasar el cargo correspondiente al poder judicial.

–Algunos economistas hablan de la salida del euro por parte de Grecia, que ya no es un tabú. Usted avisa de que eso supondría depresión por años, disturbios y problemas sociales...
–Me ratifico en lo que dije en el libro. Solo hay dos o tres optimistas que dicen que, una vez que saliera Grecia del Euro (lo que ya se llama Grexit), «los helenos serían la envidia del resto de Europa», se supone que debido a que la economía se ajustaría rápidamente a una situación mejor. Lo dudo mucho.

–También se recuerda el corralito argentino y otros como Paul Krugman dicen que España está condenada a vivirlo. ¿Lo ve posible?
–El profesor Krugman es bastante sensacionalista en su faceta periodística. El corralito surgió en Argentina cuando había dos monedas oficiales en circulación: el peso argentino y el dólar. Y como en Argentina había más inflación y desorden económico que en EEUU, la gente se puso a convertir pesos en dólares. Y por eso se estableció el corralito, para racionar las extracciones de dólares de la banca. Esa situación no existe en España. Lo que pase en Grecia, es otra cosa.

–Apuesta usted por una unión monetaria internacional a medio plazo y señala que para nada es una quimera. ¿Con el resurgimiento de movimientos nacionalistas eso es viable?
–Hay resurgimientos nacionalistas, efectivamente, pero la tónica general es que la globalización económica es irreversible. Y si se globalizan las reglas y decisiones de comercio, movimientos de capitales, propiedad intelectual, TICs, etc., un día tendrán que globalizarse los medios de pago. Como anticipo de ello, y aparte de la experiencia del patrón cambios oro/dólar que funcionó, como moneda global entre 1944 y 1971, está la simplificación monetaria: entre el dólar y el euro, cubren más del 70 por 100 de todas las transacciones mundiales.

–La teoría dice, y lo refleja en el libro, que cuando la prima de riesgo de un país llega a los 450 puntos básicos está condenado al rescate y esta semana sobrepasamos los 500. ¿España lo está?
–La teoría a veces choca, en apariencia, con la realidad. Mientras que lo aplicable a Grecia, Irlanda y Portugal es calderilla, en otros casos, como España o Italia, es más difícil de instrumentar. Sinceramente, no creo que España esté condenada al rescate. Salvo que las reformas estructurales y los ajustes se demoren más de la cuenta.

–¿Ciñéndonos a España, cumplirá el objetivo de déficit marcado por la UE?
 –Yo creo que es factible. Y puestos ya a cumplir con el déficit (5,8 en el 2012 y 3 en el 2013), creo que «lo mejor es no enmendalla»; con nuevos aplazamientos que relajarían el esfuerzo que se está haciendo.

–¿La consolidación fiscal es incompatible con el crecimiento? ¿Los planes de estímulo que defiende Hollande y la austeridad son enemigos?
–No es que sean incompatibles. Al contrario. Sin consolidación fiscal, no puede haber crecimiento, porque tenemos que salir de la bancarrota en que estamos. Sin embargo, el crecimiento tiene que venir de las reformas estructurales y, sobre todo, de un posicionamiento europeo más expansivo por parte del BCE; siendo urgente, además, la creación de los eurobonos, para poner en marcha inversiones públicas a escala eurozona.

–Con respecto a las comunidades autónomas, en Andalucía, el nuevo Gobierno de PSOE e IU dice que podrá cumplir el déficit sin recortes sociales. ¿Se explica usted esa fórmula que nadie conoce?
–Es un misterio, como tantos otros que se producen en la tierra de María Santísima del PSOE. Creo que la respuesta a su pregunta en este caso debe tenerla el Sr. Griñán, supongo que más en situación onírica que no de vigilia.

–Cita usted que el Plan E de Zapatero, en el que se invirtieron 13.000 millones, no tuvo efecto multiplicador y sólo creó empleo efímero. En Andalucía se anuncian 200 millones para otro plan E regional. ¿Las comunidades pueden seguir haciendo la guerra por su cuenta?
–Coincido con Vd., porque intuyo que su respuesta sería no. Ya está bien de ideas geniales, para luego recurrir a los hispabonos o lo que venga del padre Estado. Supongo que Montoro y sus inspectores tendrán que tomar cartas en el asunto.

–Habla de hipertrofia de las comunidades autónomas, de duplicidades y excesos de empleados. En Andalucía, el nuevo Gobierno dice que no se despedirá a ningún empleado público...
–La Junta de Andalucía puede cantar misa mayor, que se decía antes. Pero por mucho que quieran conservar su sistema clientelar –colocando a hijos, primos y otros parientes, vecinos, amigotes del partido o del sindicato, etc.– tendrán que hacer un ajuste en la ingente plétora de empleados públicos que tienen.

–Hay un apartado importante en el libro que muchas veces se pasa por alto. Ofrece argumentos contra la desagrarización, un sector trascendental que a veces se ha visto de menor importancia...
–Sí, efectivamente. En mi libro planteo la lucha contra la desagrarización y la desindustrialización de España, para poner freno a dos fenómenos que están destruyendo gran parte de nuestro tejido productivo. No entro en más detalles, porque se me ha acabado el espacio y el tiempo.