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Segundas partes

La Razón
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Según un estudio que ha realizado una prestigiosa empresa que se dedica a buscarte apaño antes de que optes por el clavo ardiendo o el último pino sin ahorcado (Partship, para ser exactos), resulta que las mujeres españolas, concretamente el 70%, admite haber vuelto con una ex pareja que sabía que no le convenía. Me consuela comprobar que tantas tías están seguras de lo que no les conviene, porque servidora pensaba que lo normal es que cuando una regresaba con un antiguo novio creía que era la definitiva y para siempre. Los hombres, sin embargo, parecen menos dispuestos a la segunda oportunidad: sólo un 46% recae, que no son pocos, oigan. Los motivos son ya de dudosa defensa e incluyen, como primera razón, el miedo a la soledad.
Podría entenderse de lo anterior que las señoras somos más propensas a desandar lo andado por el temor a envejecer rodeadas de gatos y con el pelo por la cintura, pero resulta que son los caballeros los que, de manera más numerosa, optan por amarrar lo que tienen. No les gusta, no son felices, pero están acompañados, y les compensa, visto que individualmente se manejan regulero en la cotidianeidad. Con perdón. El tiempo, que lo cura todo, es capaz de disimular a un cretino y a una individua, así que no es de extrañar que casi la generalidad haya perdido una uña varias veces en un escalón conocido.
Véase, por ejemplo, Pepe Blanco, que ha vuelto con sus gafas. Habían dejado su relación a principios de septiembre, y se le vio al ministro ya suelto y como liberado, y zas, resulta que no hay manera de romper ciertas cadenas. Ya lo dijo el interino canicular de la Moncloa: si me veo raro con mi nueva imagen me las vuelvo a poner. Hay yugos oculares tan fuertes como los matrimoniales y si no, que se lo digan a las azafatas del «Un, dos, tres», que aún tratan de que la Wikipedia se olvide de su pasado. Lo de la política debe de ser parecido. Antoni Asunción, maravilloso ser humano al que admiro y aprecio, se ha metido en un bucle del que deseo salga cuanto antes. Le han contado sus avales a las primarias de la Comunidad Valenciana sin estar sus representantes, y aseguran desde su partido que son falsos. Asunción se ha quejado y Blanco, ya con gafas, le acusa de no ser un socialista digno. Qué incómoda es la miopía, Antoni. Sobre todo en los que se niegan a ver más allá y mucho más de lo establecido desde arriba.