Afganistán
Fuerzas Armadas ejemplares
Las Fuerzas Armadas no son una excepción que haya sorteado la política de ajustes del Gobierno. Además de los sacrificios salariales que han sufrido como parte de la función pública, el próximo año tendrán que hacer frente a un recorte presupuestario del 6,5%. Es decir, nuestros militares tendrán que desempeñar las mismas responsabilidades, pero con muchos menos medios. Y lo harán, sin duda alguna, porque si hay algún espejo en el que los españoles pueden mirarse en época de crisis, ése es el de nuestros ejércitos. Así lo reafirmó ayer en el foro LA RAZÓN DE... el ministro de Defensa, Pedro Morenés, para quien una cosa es la austeridad que imponen las circunstancias económicas y otra, la percepción que existe en la sociedad del valor, de la necesidad y de la utilidad de las Fuerzas Armadas. En este punto se da una paradoja que parece desafiar la lógica: mientras que por un lado la institución armada figura entre las mejor valoradas, por otro, la opinión pública es partidaria de recortar en gastos de Defensa antes que en otro capítulo. En opinión de Morenés, «tenemos un déficit de conocimiento», es decir, no existe en la sociedad española una conciencia clara de lo que exige gozar de seguridad, estabilidad y defensa, tal vez a causa de un modelo educativo que desterró hace décadas las referencias al papel insustituible de nuestros ejércitos. Grave es que España dedique a este capítulo menos del 1% del PIB, cuando los países de nuestro entorno o de tamaño similar lo triplican y quintuplican. Pero más grave es que socialmente no se aprecie la necesidad de cuidar humana y materialmente a quienes velan por su seguridad, pilar básico de la libertad y del progreso. Es cierto que, como señaló ayer el ministro Morenés, la entrega, el sacrificio y la dedicación vocacional de nuestros militares suplen ese déficit, pero un país del tamaño y de la capacidad de España no puede permitirse desatender a sus Fuerzas Armadas, entre otras razones porque perdería peso internacional y presencia en los grandes centros de decisión. El prestigio ganado en Afganistán, Líbano, Balcanes o Índico no es casual ni pasajero. Es fruto de unos militares con un alto sentido del deber y con una entrega a España fuera de toda duda. En justa reciprocidad, nuestra sociedad está obligada a responder con ecuanimidad. De la misma manera que la Unidad Militar de Emergencias ha dado este verano una soberbia lección de espíritu de servicio, y los ciudadanos así lo han aplaudido, todas las demás unidades y ejércitos empeñan sus esfuerzos en la defensa de todos. Pero la velocidad a la que cambian el mundo y la realidad circundante les obliga a una formación permanente, a una adaptación técnica sin tregua y a una constante modernización del material. Es su deber, pero darles los medios para ello es nuestra obligación como españoles.
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