Desahucio
«Venimos del juzgado Nos abre»
«Hola, buenos días, venimos del juzgado ¿Nos puede abrir, por favor?» El protocolo es siempre el mismo; las reacciones, de lo más variopinto. Hay quien cuelga el telefonillo, quien dice que se ha confundido o los que se resignan a aceptar su realidad y abren la puerta sin más. Normalmente, actúan así cuando «sólo» se trata de firmar la notificación del desahucio
La comisión judicial explica sus derechos y obligaciones. «El día del desahucio, vendremos acompañados del propietario. Todo lo que éste no reconozca como suyo (muebles y otras pertenencias) se considerarán abandonados y serán trasladados al depósito municipal». Sin embargo, cuando se trata de ejecutar el lanzamiento el ambiente no suele ser tan relajado. Para empezar, la comisión judicial no va sola. Por ley, tiene que acudir también el propietario del inmueble –o un procurador– y dos agentes de la Policía Municipal para proteger a la comisión judicial, ya que se exponen a amenazas y agresiones. Si hay indicios de que la vivienda o el local comercial ya ha sido abandonado, también se une a este «equipo» un cerrajero.
«Acudimos a muchos locales. El que montó hace unos años su pequeño negocio pero que le ha "comido"la crisis», explica Gabriel a primera hora de la mañana en un local con aspecto de haber sido una reprografía. Está en la calle Aguilafuente y ha sido necesario un cerrajero para poder acceder. «Lo normal es que ya se hayan ido, no tiene sentido esperar a que lleguemos nosotros».
Aunque también han vivido situaciones límite , como entrar a una vivienda y que haya una persona tan desesperada que se quiera tirar por la ventana. «En ese momento no te sale otra cosa que tratar de salvarla, aunque te juegues la vida», explica. Pero en la otra cara de la moneda están los propietarios, que muchas veces son las verdaderas víctimas. Es el caso del siguiente desahucio del día. Una mujer ya muy mayor que, después de estar toda la vida ahorrando su escaso sueldo de costurera compró una vivienda en la avenida de Burgos que hoy vale una millonada. Pretendía poder pasar una vejez digna y lo único que ha obtenido son quebraderos de cabeza. «Me deben más de 62.000 euros. Se que no los recuperaré pero, por lo menos, mi casa vuelve a ser mía», se resignaba.
Un proceso en menos tiempo
Desde que entró en vigor la nueva ley, la comisión judicial sólo notifica una vez la fecha del desahucio al inquilino, lo que ha reducido el tiempo de espera desde que el propietario demanda hasta que recupera su inmueble. Ese día, entran en la propiedad un miembro de la comisión judicial con la Policía. Si todo está «ok», entra la otra mitad de la comisión y el propietario. Se redacta el acta, se lee en voz alta y lo firman. En ese momento, el inmueble vuelve a manos de su propietario.
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