Oslo
Pekín gana apoyos contra el Nobel
El Gobierno chino está haciendo todo lo posible por boicotear la entrega del premio Nobel de la Paz al disidente encarcelado Liu Xiaobo. La ceremonia tendrá lugar este viernes en Oslo y a Pekín le enfurece la idea de que pueda convertirse en una suerte de gala internacional contra los abusos de la dictadura
Además de impedir que el propio Liu, así como sus familiares y amigos, viajen a Noruega, el régimen ha engrasado su maquinaria diplomática, presionado a las embajadas y cancillerías de países aliados para que no envíen representantes al acto.
El propio Comité Noruego aseguró ayer que 18 países, además por supuesto de China, han renunciando a acudir a la ceremonia alegando «diferentes razones». Se trata de Rusia, Marruecos, Cuba, Venezuela, Irán, Egipto, Sudán, Vietnam, Pakistán, Kazajistán, Arabia Saudí, Filipinas, Afganistán, Irak, Colombia, Ucrania, Serbia y Túnez. Dos más, Sri Lanka y Argelia, todavía no han respondido a la invitación.
La lista de ausencias no está mal si tenemos en cuenta que sólo las naciones con embajada en Oslo están invitadas a la entrega del galardón. Los organizadores dicen que son 44 los países que han confirmado asistencia.
La Prensa de las escasas naciones con libertad de expresión de cuantas han renunciado a acudir a la cita, como Serbia, Colombia o Filipinas, sospecha que sus ejecutivos han preferido amoldarse a las exigencias chinas para no dañar las relaciones económicas con el gigante asiático. Pero no todos se mueven por el dinero. Algunos países, como Irán, Cuba o Túnez, podrían estar actuando por pura empatía, ya que a sus gobiernos, como al chino, tampoco les gusta que instituciones y países extranjeros les digan lo que tienen que hacer en casa, y mucho menos que premien a quienes ponen en duda su autoridad.
El berrinche de Pekín tras el premio concedido a Liu Xiaobo ha sido monumental. Varios diplomáticos occidentales acreditados en la capital china aseguran que el asunto se ha convertido en una obsesión para los altos funcionarios. El Partido Comunista chino considera al disidente un «peligro» para la seguridad nacional y se obstina en calificarlo de «criminal» peligroso, a pesar de que todos sus delitos son de opinión.
Ayer mismo, un portavoz del Ministerio de Exteriores, Jiang Yu volvió a cargar contra el premio Nobel, calificando a quienes lo conceden de «payasos». «Están orquestando un alboroto anti-chino. No cambiaremos por la interferencia de unos pocos payasos», dijo.
La presión también se ha intensificado contra los más de 100 disidentes cercanos a Liu Xiaobo que permanecen bajo arresto domiciliario, algunos de ellos firmantes de la famosa «Carta 08».
Dicho documento, impulsado por Liu, pide una apertura democrática, en un tono crítico pero sin incitar a la rebeldía o la violencia y sin caer en desafíos estridentes contra la autoridad del Partido. Entre los que no podrán asistir a la entrega del premio se encuentra la propia esposa del encarcelado, Liu Xia. Otros, como el artista Ai Wei Wei, siguen en libertad pero se les está impidiendo viajar al extranjero sin darles explicaciones.
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