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Cesaria Évora la diva de los pies desnudos

Évora frecuentó bastante España
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Cantó siempre descalza y así se despidió ayer de este mundo la cantante Cesaria Evora en Mindelo, isla de San Vicente, archipiélago de Cabo Verde, donde había nacido setenta años atrás. La diva, con reconocimiento internacional tardío, había anunciado su retirada de los escenarios el 23 de septiembre. El año pasado fue sometida a una operación a corazón abierto e ingresada en el hospital de su Mindelo natal aquejada de una «insuficiencia cardiorrespiratoria aguda y tensión cardiaca elevada». Con ella se va una voz que cambió la sintonía acústica de las dos últimas décadas, lamento y celebración con los que representó a su país. «Reina de la morna», compás de la «sodade» isleña, también rindió su voz a la más movida «coladera», los dos estilos con los que ella consiguió poner a Cabo Verde en el mapa de las músicas del mundo.

A Cesaria Evora le vino el reconocimiento internacional cuando ya había cumplido los 50 años, llegó a afincarse durante un periodo en París, pero nunca dejó de volver a Mindelo. En su biografía de la artista, la periodista francesa Véronique Mortaigne (edición española en Circe, 1997) cuenta cómo «La Diva de los pies descalzos» en cuanto llegaba a su casa en la isla de San Vicente se aprestaba a cocinar para cuantos acudieran: las puertas estaban siempre abiertas. Pudimos verla en su primer recital en Madrid, en la sala Caracol, y ser testigos de que a cada nueva visita, mayor número de músicos, aún sin mayor cometido, contaba en la banda. Cesaria era matrona de su gente, de un archipiélago azotado por el viento que tiene a un tercio de su población emigrada. Y daba trabajo a cuantos podía.

Copas de aguardiente
Cesaria Evora empezó a cantar por las calles de Mindelo cuando apenas tenía dieciséis años. Ya entonces fue proclamada «Reina de la morna». El pago no iba más allá de unas copas de «groge», el aguardiente local que la llevó a una década de silencio entre 1975 y 1985. Hasta que su compatriota, el cantante Bana, consigue que cante en Portugal y en París. Allí encuentra al que sería su productor hasta el final de sus días, Jose Da Silva. Después del álbum «La Diva aux pieds nus» (1988), «Miss Perfumado» (1992) la catapulta a la condición de estrella internacional. Y se sucede éxito tras éxito: «Sodade», «Sao Vicente di longe» (que incluye un dúo con Pedro Guerra), Café Atlántico... Cesaria Evora visitó repetidamente en concierto España y aún no siendo un «animal de escenario», alguien que transmitiera su felicidad de pisar tablas, encandilaba con su voz. Y concedía cordiales entrevistas... siempre que la dejaran fumar. En los hoteles lo sabían. La gran pérdida de una voz única, tan grande como su corazón.

 

«Coladera» y «funaná»
La música de Cabo Verde se inscribe dentro de la expresión «lusofonía», por lo que no es difícil encontrar en la «morna», un equivalente isleño al fado de la metrópoli de otrora. La «coladera», presente en el repertorio de Evora, se bate a un ritmo más movido y «funaná» viene a representar la tradición más antigua de estas islas. Lo sabemos, aún con los antecedentes registrados, por esta voz que cautivó al mundo.