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«Era el apocalipsis»
BRUSELAS/ MADRID- Martes 14 de marzo, 21:15 horas. Un autocar de matrícula belga con 52 personas a bordo, la mayoría niños de 12 años que vuelven de esquiar en los Alpes, se estrella con extrema violencia contra la pared de un túnel en el municipio de Sierre, en el Valais, Suiza. 28 personas mueren en el acto, seis adultos y 22 menores. Otras 22 están todavía hospitalizados, tres de ellas en coma con lesiones torácicas y cerebrales graves. Se trata del mayor accidente de carretera de la historia de Suiza y, sin embargo, nada explica las causas de una tragedia que ha conmocionado a toda Europa.
En el autocar viajaban tres niños hispano-belgas, según informa el Ministerio de Asuntos Exteriores español a LA RAZÓN. Uno de ellos se encuentra entre los fallecidos. A Exteriores se lo ha confirmado el Gobierno belga. Al cierre de esta edición, el Consulado español seguía intentando ponerse en contacto con los familiares para ver si podía serles de utilidad. Otros dos menores, de padre español y madre belga, que viajaban en el autocar no han muerto, aunque fuentes de Exteriores no han podido comprobar si están heridos o no. Según informa «La Vanguardia», Marc y Alba, mellizos de 12 años, se encuentran fuera de peligro tras ser atendidos en un hospital a 30 kilómetros de la localidad de Sion.
Marielle, madre de dos hijos, que se dirigía a su trabajo, es una de las primeras personas que vio lo sucedido. «Vi hojas volando y el autobús que comenzaba a humear. Me di cuenta de que no podría hacer nada yo sola y llamé a los servicios de emergencia», explica.
Según relató el comandante de la Policía de Valais, los efectivos desplazados se dieron cuenta rápidamente de que ésta era una tragedia sin precedentes: «Nunca habían visto algo así, estaban impactados». Más de 200 personas intervinieron en el rescate: 15 médicos, 30 policías, 60 bomberos, 100 sanitarios y tres psicólogos. Ocho interminables horas y el trabajo de doce ambulancias y ocho helicópteros intentaban poner fin cuanto antes al claustrofóbico escenario de pesadilla. «No puedo describir el apocalipsis al que nos enfrentamos. Escuchamos los gritos de los niños. Los socorristas son fuertes, pero eso fue más allá de lo imaginable», dijo Alain Rittiner, conductor de ambulancia.
Mientras tanto, los familiares de las víctimas iban conociendo lo sucedido durante la noche y se preparaban para viajar a Suiza en dos aviones militares fletados por el Gobierno belga. Precisamente, la tardanza en informar ha sido criticada pues, aunque el accidente se produjo pasadas las 21 horas, algunos padres no supieron nada hasta ocho horas después. «Es extraño, la Policía de Lovaina no fue informada hasta las 5:45, cuando la dirección de la escuela y la Policía fueron alertadas a las 03:20 por uno de los padres, que se encontraba en Suiza», plantea el alcalde de Lovaina.
Las autoridades suizas, en colaboración con las de Bélgica, han prometido una investigación a fondo. «Perder a un adulto es dramático, pero cuando se pierde a un niño, no hay palabras», dijo el primer ministro belga, Elio di Rupo, que se desplazó a Suiza para apoyar a los familiares.
Expertos en zonas de nieve
Pero lo más inquietante es no encontrar porqués para tanto dolor. La empresa propietaria del convoy, la belga Toptours, tiene una excelente reputación y fama de respetar las reglas de seguridad. El vehículo, «nuevo o casi nuevo», era considerado de «última generación», y contaba con cinturones en cada plaza que los chavales llevaban puestos. «Pero el impacto del choque fue demasiado fuerte para protegerlos», señalan los equipos de socorro.
Con una flota de 14 autocares, la empresa dispone de vehículos adaptados a las condiciones climáticas invernales y su personal está formado para circular en zonas difíciles, pues se trata de un transportista especializado en estaciones de esquí. Incluso los dos conductores, ambos fallecidos en el accidente, llegaron el día anterior a Suiza, por lo que se estima que los tiempos de conducción y descanso se habían respetado.
En cuanto al túnel, construido en 1999, se encuentra en una carretera bien conservada, iluminada, con zonas de emergencia y una limitación de 100 kilómetros. De hecho, el autobús siniestrado acababa de salir de una carretera de montaña sinuosa que había requerido toda la atención de los conductores. Según las imágenes de las cámaras de seguridad, ningún otro vehículo se vio implicado en el accidente y el autocar no circulaba a alta velocidad. Las hipótesis sobre las causas del accidente son por ahora un problema técnico, un desfallecimiento del conductor o un error humano, pero ninguna de las opciones prima sobre las demás.
En el aire quedan las palabras escritas antes de la tragedia en un blog abierto por los chavales desde su lugar de vacaciones. «Queridos mamá y papá, esto es súpercool», señala un alumno. «La comida es deliciosa y todo va bien en el esquí. Pero os echo mucho de menos».
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