Ciclismo
El olfato de Pablo en un manotazo
Lastras, terriblemente fiero en el descenso de Aprica, se lamentaba en Tirano. Lo hacía en tono bajo y tembloroso el ciclista inteligente, el que pedalea con un solo fin, «dignificar su profesión»: «Quizá me estoy quedando sin olfato... aunque no será por nariz».
Voz queda, una broma sostenida, y sin sonrisa por el crespón que colgaba el dolor; lo exteriorizaba más de lo que él, cerrado como pocas veces, pretendía transmitir. No había palabras. No miraba Pablo, era el corazón, lo poco que le dejaba, el que hablaba. Xavi Tondo fue quien le empujó en el vertiginoso descenso de Aprica. Mal sitio para que un español juegue a ganar. Allá arriba se dejaron el Giro Indurain en 1994 y Arroyo en 2010. Como la meta estaba más allá, en Tirano, Lastras probó. A su rueda, Ulissi, «el furbetto», astuto, dice el traductor. Aprovechado, en realidad, porque no dio un relevo en el camino a la meta donde, fuerzas reservadas, retó al campeón italiano Visconti lanzando el esprint. A lo suyo. Y Visconti, encolerizado, gritaba porque creía morir, cerrado y preso por su figura y las vallas, y soltó un manotazo a Ulissi. Entró primero ladrando, pero de nada le sirvió. Lo descalificaron por su maniobra. La victoria fue para el joven del Lampre.
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