África

Crisis en Túnez

Túnez enseña el camino a la Libia post Gadafi

Los islamistas, proscritos por Ben Ali, son los favoritos en las primeras elecciones libres de la primavera árabe

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Túnez- El país donde se produjo la primera revolución árabe vuelve a llevar la iniciativa. Ayer terminó la campaña electoral de los primeros comicios libres en el país norteafricano, un día después de la sangrienta muerte de Gadafi. El ex presidente Zine El Abidine Ben Ali, quien estuvo 23 años en el poder hasta ser derrocado por su pueblo el 14 de enero, podrá saber –desde su retiro en Arabia Saudí– a quiénes eligen mañana los tunecinos para formar la nueva Asamblea Constituyente. El país se encuentra en plena fiebre democrática: 111 partidos se presentan a las elecciones junto a otros centenares de candidatos independientes. En total: 11.000 candidatos para 217 asientos.

La campaña ha estado salpicada de curiosos intentos de dar igualdad a todos. Al principio se permitieron los anuncios en las radios y televisiones privadas, después se prohibieron porque sólo beneficiarían a los que más recursos tienen. Con las vallas publicitarias ocurrió lo mismo y al final sólo se permitieron pósters pequeños en los lugares indicados por la Institución Superior Independiente para las Elecciones (ISIE).

Turquía como modelo
Más de siete millones de votos están en juego y cerca del 40% de los tunecinos se declaran indecisos. La misión de la ISIE, a parte de controlar, es lograr que acuda a las urnas el mayor número de votantes posible. Para ello realizaron una gran campaña en la que recordaron los días de Ben Ali para augurar que cualquier candidato será mejor.

Pero hay un nuevo temor: el avance del islamismo. El partido Ennahda (Renacimiento), aunque moderado, lidera las encuestas con un porcentaje que varía entre un 25 y un 30%. Fundado en 1981 y prohibido en 1989, sus simpatizantes son los que más sufrieron la represión de Ben Ali. Su presidente, Rached Ghanuchi, que habla de más de 30.000 detenidos, repite que su modelo sería parecido al de Erdogan en Turquía: sin «sharia» y sin poligamia. También deja caer que está en favor de la igualdad de hombres y mujeres y que ni impondrá ni prohibirá el velo.

Sus rivales están mucho más divididos y menos alineados. Ettakatol (el Foro Democrático para el Trabajo y las Libertades) es el siguiente en las encuestas, con un 16%. Es de los pocos partidos, según Human Rights Watch, que asegura la igualdad de hombres y mujeres también en las leyes de herencia. El Partido Progresista Democrático (PDP) es casi tan histórico como Ennahda; sin embargo, en algunos sondeos pierde la segunda posición y se queda tercero, con un 15% de los votos. La suerte que tienen es que su fundador, Nejib Chebbi, es de los pocos políticos conocidos por la población; la mala es que Ben Ali les dejó organizarse como partido, algo que levanta sospechas.

Mocef Marzuki, muy centrado en la promoción de los Derechos Humanos y con un 8% de posibles votos, se niega a recibir fondos de empresas y ha prometido terminar con la temida Policía política.

Los tunecinos han logrado que la violencia no esté presente en sus calles y que el ambiente sea más de orgullo por haber provocado que las fichas del dominó (Mubarak y Gadafi) hayan caído mientras ellos preparaban sus elecciones.


El Berlusconi tunecino, amigo de Saif al Islam
Es el quinto partido en las encuestas, aunque no pasa de un 3% de apoyos. Sin experiencia política pero sí en negocios, Slim Riahi es el candidato más controvertido de las elecciones. Al frente de la Unión Patriótica Libre, Riahi se crió en la Libia de Gadafi e hizo buenas migas con Saif al Islam, ahora en paradero desconocido