Historia

Laredo

«No se va nunca el olor a carne quemada»

Ramiro SantiestebanProfesión: ajustador mecánico en Renault (Francia) durante 37 años.Nació: en 1921 en Laredo (Santander). Por qué está aquí: sobrevivió al campo de concentración de Mauthausen y es el protagonista del libro de Paloma Sanz «Amanece en París» (Temas de Hoy).

«No se va nunca el olor a carne quemada»
«No se va nunca el olor a carne quemada»larazon

-Sobrevivió cinco años en el campo de exterminio de Mauthausen. ¿Del infierno se sale quemado para siempre o indemne a las llamas?
-Quemado para siempre.

-Después de sufrir tanto, quizá pensó que ya nada podía matarle...
-Sé que soy mortal. Sé lo fácil que es morir.

-Dicen que lo que no nos mata nos hace más fuertes...
-Creo que el sufrimiento nos hace más fuertes, sí. Mi mujer dice que yo soy muy fuerte, y no tengo más remedio que creerla.

-Tiene casi 90 años. ¿Le debe su longevidad a Mauthausen?
-No lo sé. En un campo de exterminio se aprende mucho y se pierde mucho. Yo aprendí a sufrir. Y perdí cinco años de mi vida en el horror.

-¿Qué imagen no se borra de su memoria?
-Un teniente de las SS se divertía dándome culatazos en la nuca con su pistola. Yo, dolorido, esperaba lo peor: el tiro.

-¿Y cómo se salvó?
-Sólo hay una forma de salvarse en esos casos: hacer ver que no le temes.

-¿Todavía está en sus dedos el tacto de...?
-Del hielo. Cargaba piedras heladas en camiones.

-¿El olor que nunca se va?
-El de la carne quemada; el hedor que salía por las chimeneas.

-¿Qué sabor le ha quedado en la boca para siempre?
-El de los nabos y la remolacha. No nos daban otra cosa.

-Dígame un sonido que aún golpea sus oídos...
-El aullido de los perros y los gritos de los soldados de las SS. Nos llamaban «trozo de nada» o «cubos de mierda».

-¿Qué hubiera preferido no ver?
-A mi padre y a mi hermano, que estaban allí conmigo. Se sufre más cuando se tiene familia en el campo.

-Dice que los españoles de los campos nazis son los grandes olvidados...
-Ningún gobierno español hizo nada por nosotros. Francia sí nos ayudó: nos dio las mismas ventajas que a los deportados franceses.

-Le salvó, entre otras cosas, su sentido del humor...
-Sí. Los domingos, cuando nos reuníamos, contábamos chistes. Si te quedabas mirando el humo de las chimeneas, estabas perdido.

-¿Qué no habría hecho nunca para sobrevivir?
-Traicionar. Los españoles de aquel campo fuimos un ejemplo de solidaridad y camaradería, lo que no se veía en otros grupos.

-Ustedes sí que fueron «La Roja»...