Cádiz
Cuestión de tiempo
Griñán ha parado momentáneamente el motín de los críticos al posponer el cónclave en el que González Cabaña se iba a autoproclamar candidato a la Diputación de Cádiz. El capote de Ferraz, lanzado cerca de las tablas por Rubalcaba y José Blanco, ha contribuido a que el presidente de la Junta no fuera desalojado de San Telmo igual que saltan hacia arriba los pilotos de un F-18 cuando se detecta doble fuego en el motor.
Pero al tiempo. Griñán sufre un problema grave, que es más de legitimidad que de apoyos. Llegó a la Presidencia de la Junta porque lo quiso el dedo de Chaves. En un cuarto de hora, en contra de la voluntad del «aparato», se hizo con las riendas del partido en un Congreso extraordinario de marzo de 2010 en el que ya se veían los cuchillos abultar en las chaquetas. Entonces, por el bien del PSOE, decidieron guardarlos, pero a Chaves y a los suyos no se les olvidó que ellos tuvieron que fajarse con los guerristas y que se tragaron cuatro años de incómoda bicefalia con Carlos Sanjuán. Griñán, a los seis meses de pisar la alfombra roja del Gobierno andaluz, ya estaba pidiendo la brida del partido: «El líder del PSOE-A soy yo».
Lo único que puede hacer el presidente andaluz es ganar tiempo. Seguirá cribando a los críticos vía BOJA, seguirá con la política chequista, le meterá el dedo en el ojo a los que se muevan y solidificará los apoyos que ya tiene, pero al final la bomba va a estallar. Será antes o después de las municipales, pero será.
Hay demasiados fuegos vivos abrasando al presidente de la Junta. El escándalo de los ERE, el fraude de las ayudas europeas, los delitos derivados del «caso Mercasevilla», el desgaste de 30 años de gobierno, su fracaso como relevo que ya anticipó Felipe González al recordar que era de la añada del 82, la misma que Chaves. Sólo queda esperar y que se cumpla la lógica.
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